El jefe del espionaje exterior de Rusia, Serguéi Narishkin, declaró ayer que Maxim Kuzmínov era «un cadáver moral» desde que, en agosto, se pasó con su helicóptero de combate a las filas de Ucrania. La descalificación del «traidor criminal» equivaldría a una pena capital si ... esta ya no se hubiera ejecutado hace una semana en Villajoyosa, al amparo del magma de originarios de Europa oriental que viven en Levante y para horror de compatriotas del asesinado que reclaman mayor protección policial. La deserción de Kuzmínov se convirtió en arma de propaganda para Kiev y humilló a Putin. La guerra contra cualquier oposición en la que se ha embarcado el presidente ruso alcanza desde el envenenamiento en 2016 del exespía Alexánder Litvinenko, del que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos responsabilizó a Moscú, hasta la reciente muerte en una prisión del Ártico de Alexéi Navalni. La pestilencia de crimen y corrupción que emana del Kremlin se derrama por el mundo. Y aflora también en el amago de la red social de Elon Musk de suprimir la cuenta de la viuda de Navalni. O en el bloqueo fronterizo de 'manifestantes' polacos que cierran el paso del cereal ucraniano.
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