Cristiano, ven

Hoy se cumple un año del cierre de Zara en la calle Menacho y esta semana hemos sabido que la cadena de gimnasios vinculada a CR7 está interesada en quedarse con el edificio y convertirlo en un macrogimnasio donde modelar la figura.

Aunque el acuerdo no esté cerrado y queden muchos flecos por aclarar, el hecho de que haya empresarios interesados en quedarse con el edificio insufla un halo de esperanza en una ciudad que anda un poco de capa caída.

La crisis energética, la inflación y sus consecuencias en el sector de la construcción han pillado a Badajoz en un momento de crecimiento. Justo cuando estábamos viviendo un momento de ilusión a través de la expansión urbanística alentada por Amazon, la plataforma logística y el hospital de Quirón, la incertidumbre se cuela en la escena internacional y nos deja a los pacenses con el temor de que solo Jeff Bezos siga adelante. Mil puestos de trabajo son muchos, pero aún faltarán más para solucionar los problemas de paro y atraer tantos trabajadores como para llenar los pisos que se construyen por todos lados. Para 4.000 viviendas se han registrado trámites en Urbanismo estos meses.

Por eso, que una cadena de gimnasios pueda estar interesada en la calle Menacho abre la puerta a la esperanza. El acuerdo fructificará o no, pero demuestra que hay gente con mentalidad empresarial que sigue viendo posibilidades de negocio en la calle comercial y en el centro. A pesar de todo.

De llegar a buen puerto, Cristiano deberá tener paciencia. Porque se va a chocar de frente con la burocracia de nuestras administraciones. Hace 19 años, cuando el buque de Inditex se decidió a quedarse con el antiguo teatro, las administraciones necesitaron dos años para que el viejo cine pudiera convertirse en una tienda. Parece que no será necesario otro cambio, pero sí que tendrán que tramitar permisos y licencias para convertir la tienda en un espacio deportivo.

Esto requerirá de un tiempo que quizás muchos empresarios de la zona no dispongan. Solo hay que ver el efecto dominó que ha tenido el cierre de Zara en su oferta comercial y cómo se ha ido extendiendo el miedo a convertirse en una nueva versión de la alicaída calle San Juan.

La familia Ardila, propietaria del inmueble, posiblemente necesite cintura para negociar y que no se les escape la billetera de Cristiano o de los empresarios que le pagan porque preste su imagen a los 'gym'. El resto tenemos que cruzar los dedos para que, de llegar el pacto, el Ayuntamiento y la Junta se den prisa y agilicen los trámites. No habrá mejor manera de decirle: «Cristiano, ven».