¿Qué ha pasado hoy, 11 de febrero, en Extremadura?

Me acerco al campamento navideño de la plaza de San Francisco en busca de especies en peligro de extinción y mi Lampedusa emocional se alegra de lo poco que se ha alterado el paisaje. Señoras endomingadas que van a misa colgadas de los brazos firmes ... de los yernos perfectos y adolescentes con el flequillo untado en fijador extrafuerte o superglú. Y padres abrigaditos con sus forros polares verde-cazador de gamusinos y sus bufandas de cuadros y sus mascarillas patrióticas, mientras la muchachada corretea embutida en pantaloncitos cortos y las niñas hacen corrillos vestidas de comunión. En el impecable supermercado DÍA entran y salen, sin pausa aparente, familias enteras para surtirse de polvorones, bebidas espirituosas y champines para los más pequeños. Hay también viejitas intrépidas que tiran de carros de la compra la mar de molones, mientras en un portal dos adolescentes pelan la pava o se soban con desigual desparpajo, ajenos a unas criaturas que arrojan petarditos a los pies de los transeúntes ante la impavidez de los progenitores que, a buen seguro, están dándole al coco para cuadrar las agendas sin abrir del suegro y la cuñada, que cierto es que se llevan a matar pero se toleran cuando hay cava y ferreros rocher. También contemplo a una pareja portuguesa sorprendida –parecen ser los únicos– por un grupo de quinceañeros con el cerebro a medio desarrollar que juegan a abofetearse entre sí, aunque más bien las bofetadas se las come siempre el mismo mocoso, que para integrarse, supongo, se deja someter entre risotadas y galletas sin fortuna, asimilando que las enseñanzas del calvario no están reñidas con las luces navideñas y el trance festivo. Pero el espectáculo de traca me lo brinda un señor con puro y mascarilla en el codo, satisfecho de haberse conocido, muy amigo de sus amigos, un señor que se viste por los pies, ataviado con su pulsera rojo y gualda para que no se le olvide de qué nacionalidad es, amenizador necesario en estas fechas de alborozo, regocijo y peligro de gota por exceso de marisco, el cuñado con denominación de origen, que me encantaría sentar a la mesa de todos ustedes porque es tiempo de compartir, aunque sea ajustando el aforo, conste.

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