Parece que ha transcurrido mucho tiempo, pero recuerdo que hace apenas treinta años disfrutaba paseando los fines de semana con mi familia por el campo ... en el que nos encontrábamos todo tipo de animalillos silvestres, tales como culebras, tritones, liebres, tortugas, mariposas o pájaros, que hacían que me produjera una agradable sensación de bienestar por la pasión que me generaba. Hoy en día, llevo a mis hijas al mismo lugar y observo que este se encuentra desolado, biológicamente hablando, en el que los cantos de los pájaros ya no predominan en el ambiente y es raro encontrar especies diversas de animales y plantas.
Las actividades humanas, en todas sus vertientes, son los principales factores que afectan a la biodiversidad o variedad de especies vivas. Sin embargo, uno de los aspectos cruciales de este hecho es el desarrollo a principios del siglo XX de los fertilizantes nitrogenados y productos fitosanitarios que potenció el impulso hacia una agricultura intensiva, con aumento de los rendimientos de cosecha, necesaria para alimentar a la población mundial. Solo un porcentaje del nitrógeno con el que se abona a la planta es absorbido por esta, y desgraciadamente, otra parte se filtra al medio ambiente con la irreparable degradación de los recursos terrestres y acuáticos. El Ministerio de Transición Ecológica afirma que la contaminación por nitratos afecta al 22% de las aguas.
El uso de productos fitosanitarios, para el control de plagas y enfermedades, tiene consecuencias significativas sobre el medio ambiente. Casi el 90% de las especies de plantas con flores silvestres dependen, al menos parcialmente, de animales para su polinización. Es el caso de las abejas, que son responsables de la polinización de gran parte de nuestros cultivos, frutales, jardines y bosques. Estas especies están literalmente «trabajando»para los agricultores y ganaderos de manera gratuita, aportando a la economía española un valor de más de 2.500 millones de euros al año. Es bien sabido que la utilización de productos fitosanitarios sin control justificado, o en épocas inapropiadas, causa mortandad en estos insectos tan necesarios en nuestros ecosistemas, no sólo por la polinización que realizan, sino porque muchas sirven de alimento para otras especies como aves o peces.
Estas actividades humanas, junto con la aparición de enfermedades como mixomatosis o tuberculosis, hacen que la caza también se haya visto afectada por la grave reducción de especies cinegéticas. Hoy en día, los cotos sociales y privados deben hacer sueltas de especies de caza criadas en cautividad para satisfacer la demanda de los cazadores. Quien quiera cazar, debe pagar por las piezas a abatir. El valor económico de la actividad cinegética en España se estima en más de 90 millones de euros que genera riqueza y empleo en poblaciones rurales, contribuyendo de manera relevante al desarrollo turístico. El descenso de especies cinegéticas silvestres y la caza de pago 'a la carta' de especies criadas como ganado en granjas, hace que el ejercicio de esta actividad esté perdiendo encanto para muchos cazadores que están desistiendo de ejercer esta actividad año tras año.
Todos los años observamos graves incendios forestales provocados por malas praxis o acciones mal intencionadas. Concienciar a la población en el cuidado y mantenimiento de los bosques como un bien común o servicio de la comunidad que contribuya al desarrollo y trabajo de las poblaciones rurales, con la implantación de industrias de este sector que aseguren el trabajo de la ciudadanía, evitaría las desgraciadas perdidas innecesarias de estas masas forestales.
Desde hace años la administración está llevando a cabo desde distintas iniciativas ambientales, como la creación de la Red Natura 2000, en aras del mantenimiento de la biodiversidad, sin tener el efecto deseado sobre las especies y hábitats más amenazados. Por lo tanto, se requieren de políticas administrativas enfocadas a las necesidades reales para el mantenimiento de la biodiversidad que haga que los agricultores y ganaderos valoren positivamente tener en sus explotaciones especies protegidas como la avutarda, sisón o águila real, para contribuir a compatibilizar el uso de medidas respetuosas con el medioambiente y la explotación económica empresarial. La Estrategia sobre Biodiversidad para 2030 de la Unión Europea alienta a la implementación de ayudas como medidas sostenibles para la protección de la biodiversidad. Hay que tener en cuenta que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza, y tres de los sectores económicos más importantes, como la construcción, la agricultura, los alimentos y bebidas, son fuertemente dependientes de ella. Todo ello demuestra que invertir en 'capital natural' sería una política que ofrecería un fuerte efecto multiplicador de la economía con impacto positivo sobre el medioambiente.
Todo suma a favor de la naturaleza y pequeñas acciones como el uso moderado de los coches, la apuesta por una alimentación sostenible, reducir el consumismo, realizar prácticas de reciclaje correcto, y concienciar a la población en educación ambiental, son acciones que despiertan conciencia en la sociedad hacía la protección de la biodiversidad. Debemos entender que la biodiversidad abarca otros aspectos como el ocio, la salud o el bienestar emocional, que me proporcionaban los paseos con mi familia que comentaba al inicio de este artículo.
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