Tras las elecciones autonómicas de hace justo dos años en el PP se planteó, otra vez, la continuidad de Monago y su equipo al frente del PP extremeño. Les refresco los datos: Fernández Vara recuperó la mayoría absoluta y Ciudadanos le dio un mordisco al PP de siete diputados ... . Monago se quedó con 20 escaños, una de las peores derrotas desde los lejanos años 80. Ya entonces se planteó la renovación del Partido Popular en Extremadura, la necesidad de dar paso a un nuevo líder, dado que Monago, que gobernó de 2011 a 2015, había sufrido dos derrotas consecutivas.
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Así lo creían también en Madrid. Casado y Egea comenzaron la renovación territorial, pero la dejaron pendiente con la llegada de la pandemia. Se aplazaron congresos y se dejó sin resolver la gran pregunta: quién podía ser el líder del PP extremeño en la década de los veinte. La cuestión sigue en el aire. Ya están convocados los congresos provinciales, en los que se marchará Francisco Fragoso en Badajoz y continuará Laureano León en Cáceres, pero no está siquiera convocado el congreso regional. Para después del verano. En España, en cuanto llega mayo las cosas se dejan para septiembre. Pero eso no quiere decir que los aparatos de los partidos no preparen el terreno con filtraciones interesadas. Esta misma semana, el periódico El Mundo ya publicaba que Pablo Casado no cuenta con Monago «porque no genera ilusión en el electorado». Ciertamente dos derrotas consecutivas no son el mejor aval de un candidato que aspire a desbancar a un PSOE extremeño bien asentado en las instituciones. Pero, si Monago no, ¿quién? Y ahí es donde los populares, en Madrid y en Extremadura, se atascan. Mientras en el PSOEsobran los aspirantes a encabezar la lista si Vara decidiese no presentarse, Monago no tiene delfines. Hoy no se ve por ningún lado un candidato alternativo que cumpla con las tres condiciones imprescindibles: que cuente con el apoyo de Génova (o vayan ustedes a saber en qué calle estará la sede del PP en 2022); que tenga el respaldo de la mayoría del partido, y que resulte atractivo para el votante popular. Desde hace años se viene especulando si el sustituto de Monago podría ser alguno de los alcaldes más experimentados. El nombre más sobado ha sido el de Fernando Pizarro, un alcalde que ha logrado repetidas mayorías absolutas en Plasencia. También se barajó a Alberto Casero, exalcalde de Trujillo y ahora diputado, por su amistad con Casado y Egea. Pero los jóvenes alcaldes cumplen años y empieza a ponérseles cara de eterno novio al que se le da largas sin fin cuando parece que está a punto de llegar al altar.
No se sabe qué perfil busca el PP no solo para dirigir el partido en Extremadura, sino para concurrir a las elecciones de 2023 con la esperanza de ganar o, al menos, hacer un buen papel. Algunos militantes populares sueñan con una Ayuso extremeña capaz de cantarle las cuarenta al gobierno de Sánchez y de meterse en el bolsillo a los votantes de PP, Cs y hasta PSOE. Si existe, no la conocemos. Pero claro que el PP necesita, si no una Ayuso bis, sí un candidato que sea capaz de aprovechar la previsible ola de cambio que se ha detectado en Madrid y que asoma en las encuestas.
Si tenemos en cuenta que en el PP se da por sentado que el grupo que ha acompañado a Monago (Manzano, Teniente, Parejo y Carrón), debe irse con él, la nómina de posibles candidatos adelgaza. Y, a la postre, Madrid se puede encontrar con que no tienen ni una Ayuso, ni un Feijóo, ni un Moreno Bonilla extremeño. Los opositores internos a Monago, que ya lo dan por muerto políticamente, quizá no deberían cantar victoria tan pronto.
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