Desde la ventana

Los días azules

El cielo de estos días es un regalo en forma de arcoíris, grisáceo con nubes, pesado y atronador, con el naranja de un amanecer intenso

NIEVES GALÁN

Domingo, 18 de septiembre 2022, 08:48

Con esta lluvia repentina parece que los días azules pasaron. Hace tiempo que no vivíamos este anticipo gris de un otoño que se había vuelto esquivo, disimulado y perezoso. El otoño en los último años se diluía entre el eterno verano y la dentellada del ... invierno. De repente ha llegado, miro atónita desde la ventana esa lluvia que cae y espero que se cumpla el calendario meteorológico al que parece que le hubieran arrancado páginas.

Publicidad

Del otoño me gustan los colores, la luz, los nuevos olores, el petricor de estos días. Petricor, esta palabra me la descubrió un buen amigo y me pareció tan bonita como el sentido que despierta ese olor a tierra mojada.

Ha hecho tanto calor que esta lluvia es como una bendición y así la estoy disfrutando estos días, a pesar de haber tenido que correr bajo un aguacero, una carrera que me transportó a los días de katiuskas. Esas botas adquirían todo su sentido cuando saltabas en los charcos del camino y es que las katiuskas tienen en la infancia una dimensión muy diferente a la del paraguas o el chubasquero, no son para no mojarte, son para embarrarse.

Pero dejemos los charcos y miremos al cielo de estos días, qué cielo. Es un regalo en forma de arcoíris, grisáceo con nubes, pesado y atronador, con el naranja de un amanecer intenso.

Son estos días azules en el sentido más figurado de la expresión, por su belleza y su luz y por la intensidad que también vivimos en nuestro interior. ¿No os sentís de repente más apagados, tristes, taciturnos, a punto de la hibernación? El cambio al otoño, el real, o a la primavera, la real, nos revuelven los ánimos y el espíritu.

Publicidad

Esta nostalgia repentina se mezcla y se adereza con el almíbar que acompaña a las noticias de pérdidas que parecen compartidas y duelos públicos, el de la reina Isabel II para los que afirman que con ella se termina una era, Javier Marías que deja huérfanos a sus lectores, el de Godard para los cinéfilos más cinéfilos y el de Irene Papas para los clásicos. Para gustos, los colores, también en esto.

Es posible que algunos millennial o más aún los de la generación Z no tengan ni idea de quiénes son o eran estas personas, pero de lo que no andan lejos es de tener también esa pena por este otoño con su lluvia, sus cielos y sus días azules a los que se les van mordiendo las horas de luz.

Publicidad

Sin darme cuenta he caído en todos los lugares comunes para este otoño tempranero: los cielos, la nostalgia, la lluvia en la ventana, el petricor. Para completar la retahíla de tópicos no pueden faltar el cambio de armario, ese tedioso trámite que corresponde al cambio de temporada y el más que tedioso, el odioso cambio de hora, las ganas de chimenea y los paseos árboles con hojas de cuento.

Y es que con este cambio de tiempo, en mi caso, las musas también acostumbran a ausentarse y aquí me veo mirando desde la ventana y pensando en que este texto igual pasará sin pena ni gloria, tan gris como azul quería que fuese. Qué le vamos a hacer, esta vez tampoco pasaré a la posteridad por mi talento literario aunque mi amiga editora (guiño guiño) me siga animando con palabras cálidas cargadas de cariño, y ahora sí, siento que de esta manera vuelven los días azules.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.

Publicidad