Imagen de 2017 de una de las actividades desarrolladas en el CCMI. HOY

Las dudas sobre el CCMI

El Centro de Cirugía de Mínima Invasión está envuelto en una inusual actividad de tribunales que afecta a su clima laboral

Pablo Calvo

Cáceres

Domingo, 20 de junio 2021, 07:36

El Centro de Cirugía de Mínima Invasión es un motivo de orgullo para Extremadura. Y lo es por distintos motivos. El principal, lógicamente, por ... haber vinculado nuestra comunidad a niveles de excelencia en el ámbito de la formación médica. Por Cáceres han pasado en los últimos 25 años miles de profesionales que han mejorado su formación en las técnicas quirúrgicas de mínima invasión, en la actualidad más extendidas, pero que hace más de dos décadas eran la vanguardia y una rareza en los quirófanos de los mejores hospitales.

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Pero el CCMI es también indicador de otras muchas cosas. Por ejemplo, que el tesón y la visión de una sola persona, en este caso Jesús Usón, puede fructificar en realidades importantes. La persistencia y dedicación, la cabezonería se podría decir de este profesor maño, la ilusión contagiosa desde los comienzos en los antiguos barracones de Veterinaria, resultó clave para que la región cuente con este Centro, primero en unas instalaciones más modestas pero ya modernas y desde el 2007 en un edificio de referencia.

Es, además, un buen caso de compresión e impulso por parte de la Administración autonómica de un proyecto inicialmente extraño en el contexto regional, que no forma parte de las fortalezas que a priori se les suponen a Extremadura. Y no por ello se dejó de apostar por él, dándole la dimensión que ha ido adquiriendo.

El CCMI ha acogido y potenciado el interés por la investigación de jóvenes egresados de la Universidad extremeña, que han podido desarrollar una actividad profesional impensable en la región hasta hace poco tiempo.

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El Centro de Cirugía de Mínima Invasión, en fin, ha dado mucho a Extremadura, y Extremadura también le ha dado mucho a él. Por eso, y porque se han sentado las bases de un lugar enfocado a la excelencia, es por lo que toda su estructura debería funcionar con criterios y modos guiados solo por ese objetivo.

En los últimos días, a través de las páginas de este diario, se han ido conociendo casos que cuestionan que eso siempre haya sido así. Las informaciones demuestran al menos que el Centro está inmerso en una continua e inusual actividad judicial, con fallos de varios tribunales en contra, que denota un ambiente laboral inestable e incluso poco sano en algunos casos concretos, hasta el punto que un juzgado requiere la actuación de la Fiscalía para que se aclare un supuesto caso de acoso laboral. Los despidos improcedentes se añaden a una variada casuística laboral que apuntan a un forma de trabajar demasiado piramidal, lo que puede derivar en decisiones que favorecen al que menos rechista con independencia de capacidades y méritos.

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A todo ello se suma un mal endémico de la investigación en nuestro país, los escasos ingresos que perciben profesionales cualificados y con experiencia, lo que les obliga a una movilidad a veces no deseada y a la interrupción de proyectos que se llevan a cabo en el Centro. Investigar en España es llorar, y en este sentido el CCMI no iba a ser una excepción, aunque la disparidad de salarios es importante y también alimenta los recelos.

La Junta de Extremadura tuvo mucho que ver en la creación y desarrollo de este importante Centro, del que siempre ha sacado pecho y que sigue bajo su tutela en cierta medida. Del mismo modo, también debe asumir sus responsabilidades y preocuparse por garantizar que su funcionamiento interno es el más correcto y enfocado únicamente a su tarea principal de formar en la excelencia y en técnicas e instrumental de vanguardia. Cuando además hay dinero público, la implicación debe ser máxima.

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