
¿Echamos una partida?
Troy Nahumko
Sábado, 3 de septiembre 2022, 08:33
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Troy Nahumko
Sábado, 3 de septiembre 2022, 08:33
Cuando abres un tablero del Monopoly en diferentes países, al principio todo parece igual. Tienes las casillas de diferentes colores que se van encareciendo a ... medida que recorres el camino. Eso es hasta que miras más de cerca y te das cuenta de que no son iguales.
En la versión estadounidense, todo el mundo desea el Boardwalk y el Park Place, pero al otro lado de la frontera, en Canadá, se convierten en lugares como Yonge Street y Jasper Avenue. En Francia son los Campos Elíseos y aquí todo el mundo sabe que en la versión española son la Castellana y El Prado.
Incluso las cartas que se recogen mientras se juega son similares. Una que parece repetirse en todas partes es la tarjeta ‘salga de la cárcel, gratis’. Es tan notoria que en inglés ya es una frase hecha que se utiliza cuando haces algo mal pero sabes que tienes un as en la manga.
Los estadounidenses lo hacen a menudo. Lo hacían mucho antes de que el presidente Ford concediera un indulto total e incondicional a Richard Nixon, su predecesor, por los delitos que pudiera haber cometido. Bill Clinton indultó a su propio hermano por cargos de drogas y Trump incluso intentó indultarse a sí mismo antes de ser echado.
Pero al igual que el Monopoly, no es un fenómeno exclusivamente estadounidense. La mayoría de los países tienen algún mecanismo parecido y suelen presentarlo como una forma de clemencia, aunque no siempre se utilice por motivos exclusivamente humanitarios.
El olor pútrido de los indultos está en el aire una vez más aquí en España. Esta vez para el expresidente andaluz de 76 años, José Antonio Griñán. Y al igual que los norteamericanos, es su propio partido el que tiene la potestad de otorgarle la tan ansiada tarjeta.
El razonamiento ya se ha escuchado antes. Gracias a que el sistema judicial en España hace que el movimiento de los glaciares parezca rápido, ha pasado más de una década desde que se inició el proceso y quién sabe cuánto tiempo desde que se cometieron los delitos. A esto hay que añadir que no podría reincidir, aunque quisiera. Quizá el único riesgo que pueda suponer para la sociedad es que se incorpore al circuito tertuliano.
Pero aquí no estamos hablando de ojo por ojo o diente por diente. Sería imposible que devolviera el dinero, aunque quisiera. Porque este caso de Robin Hood al inverso podría ser el mayor escándalo de fraude de la historia de la Unión Europea. Estamos hablando del responsable del uso arbitrario y fraudulento de hasta 700 millones de euros de fondos públicos. Esos son muchos viajes al oftalmólogo y al dentista.
Aunque se consideraran estos factores, falta una condición esencial: el arrepentimiento. Tanto el Gobierno como el PSOE han guardado silencio sobre la culpabilidad de Griñán, contradiciendo directamente al Poder Judicial. Ahí está el peligro. Su justificación del indulto no tiene nada que ver con sus circunstancias, sino que creen que no hizo nada malo.
La justicia no es una venganza, pero hay un elemento disuasorio en ella. Si las tarjetas como esta son tan fáciles de conseguir, ¿qué va a impedir el siguiente escándalo, aún mayor?
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