El efecto sorpresa de Rosiña

La candidatura encabezada por el alcalde de Mérida a la secretaria general del PSOE provincial de Badajoz ha sorprendido en el interior del partido y rápidamente ha sido interpretada en clave regional. Esto es, un movimiento de anticipación dirigido a lograr una posición de privilegio para lo que venga en el futuro, que necesariamente es elegir candidato para la Junta. Eso sí, se sugiere, solo cuando Vara decida dar un paso al lado, lo que no ha evitado que la jugada de ajedrez le haya contrariado: porque Rosiña es su portavoz en el ejecutivo desde hace seis años y porque se generan tensiones innecesarias: todas las batallas se esperaban para el siguiente mandato.

Lo inesperado de la candidatura se apoya en leyes no escritas en la vida de los partidos. La primera, que tanto para Vara como para los dos secretarios provinciales actuales, Rafael Lemus y Miguel Ángel Morales, en Badajoz y Cáceres, respectivamente, se trata de su tercer y último mandato orgánico. La segunda, y sobre todo, que los socialistas vienen de varios resultados electorales buenos en las dos provincias. No hay causas objetivas, entienden algunos, que justifiquen presentar una alternativa a la actual dirección, como ha sucedido en el caso regional e incluso en Cáceres, siempre más revuelta.

Quienes ven con buenos ojos el 'ticket' Osuna/Rosiña defienden, en cambio, que ese dominio institucional es el que ha sumido a la militancia en una atonía peligrosa, e invitan a tomar el pulso al PSOE de Badajoz más allá de los principales núcleos. Además, todavía se recuerda que Lemus, ex jefe de gabinete de Vara y apoyado en 2012 por su predecesor, el histórico Paco Fuentes, no ha logrado quitarse la etiqueta de ser más el candidato del aparato que de las bases.

Para darles voz de verdad, el PSOE se inventó las primarias y las incluyó con letras de molde en su gestión. Alguien dijo que las primarias las carga el diablo pero, efectivamente, no puede vanagloriarse de ser un partido que escucha a su militancia y luego rasgarse las vestiduras cuando se utiliza este mecanismo apelando a divisiones y deslealtades. Una cosa u otra. O hay libertad interna o se deja de presumir de ella.

Es cierto que el impacto de la candidatura de Osuna no habría sido el mismo ni habría generado tanto desconcierto entre los socialistas si no le acompañara Rosiña, o si esta hubiera adoptado un papel mucho más secundario. La presencia de la portavoz del Gobierno regional ha descolocado incluso a quienes conocen la buena sintonía que existe de antes con el alcalde de Mérida, sobre todo por lo que implica de riesgo para una carrera política que hasta ahora solo ha ido en ascenso: avalada por Vara y conocida ya en Madrid, que le dio un papel relevante en el congreso federal de octubre. El reciente nombramiento de ministras de perfil parecido al suyo y la salida de Carmen Calvo hicieron pensar que había perdido su tren, pero, a sus 39 años, solo sería el primero.

En cualquier caso, Rosiña ha decidido no esperar más para demostrar que sus aspiraciones en política son altas. Si su decisión es una genialidad o una estrategia mal calculada se comprobará pronto.