Seguro que ustedes lectores se han enterado del conflicto que enfrenta a Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. Tendrían que vivir en las antípodas y no consultar ningún medio de comunicación español para desconocer el enfrentamiento. Tanto abunda la prensa en el interminable serial ( ... especialmente la madrileña) que incluso a quienes nos gusta seguir la política nos tienen hartitos con la tabarra. Quienes vivimos a 400 kilómetros de la capital de España empezamos a pensar si la inflación de noticias irrelevantes sobre la vida política de Madrid no se traduce en una falta de atención hacia lo que ocurre en el resto del país.
Publicidad
Una pregunta impertinente: ¿para el PP de Casado y Egea existe Extremadura? Quizá recuerden que tras su elección como presidente del PP, en julio de 2018, Casado inició una renovación del partido. En principio los cambios iban a afectar también al PP extremeño. Pero el asunto se demoró, las elecciones se echaron encima y Monago volvió a ser candidato. Perdió y, entonces sí, se dijo que la marcha de Monago y su equipo era inaplazable. Si el PP quería competir con el PSOE necesitaba un nuevo cartel. Dos años y medio después estamos igual, con un agravante: desde la dirección popular se filtra a los medios nacionales que Monago no va a seguir, pero no se da ningún paso para sustituirlo. La consecuencia obvia es que se debilita todavía más a Monago y los populares extremeños viven en un limbo.
Dirán ustedes que tampoco es para tanto, que son chismes de partido sin trascendencia pública, pues al fin y al cabo el PP está en la oposición. Sí, pero en democracia, la oposición también importa. Y si está desaparecida la mesa cojea. Guillermo Fernández Vara debe ser la envidia de todos los presidentes autonómicos. El PSOE extremeño no solo tiene mayoría absoluta, (ese lujo con el que sueña todo político) sino que los grupos de la oposición están, por una u otra razón, a uvas. Lo está el PP por esta renovación en diferido que ya dura años; lo está Ciudadanos por motivos de sobra conocidos; y lo está Podemos, que se ha desinflado en esta legislatura y no encuentra el modo de hacer oposición a un partido que es socio en el Consejo de Ministros.
Es una lástima que entre polémica y polémica con Ayuso los dirigentes populares no encuentren el momento de ocuparse de Extremadura. Su desinterés proyecta la imagen de que no les importa demasiado lo que pase aquí o, peor aún, que la dan por perdida, dado el dominio del PSOE. Porque no es solo el candidato a la Junta lo que está en juego. Están las alcaldías de Badajoz, Mérida, Almendralejo, Don Benito, Villanueva... Casi todas en manos socialistas y sin candidatos claros en el PP para disputárselas en menos de año y medio, cuando se convoquen las elecciones autonómicas y locales.
Publicidad
Los populares, que hace solo diez años disfrutaban de importantes cuotas de poder en Extremadura, han ido encogiéndose desde 2015 y hoy ya no tienen seguras ni las alcaldías que en otros tiempos eran inexpugnables, como Badajoz. La última fecha que da el PP para celebrar su congreso regional es una inconcreta primavera. Si es que para entonces se han acabado las hostilidades en Madrid y la dirección nacional tiene tiempo de ocuparse de algo más que la última maniobra de Ayuso para desestabilizar a Pablo Casado y alzarse como futura lideresa.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.