Extremadura aislada
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Vino la pandemia y todos nos metimos en casa. Y se han levantado la mayoría de las restricciones y los extremeños seguimos teniendo difícil salir de casa; y quienes quieren venir a visitarnos no lo tienen fácil.
Ya sé que es cansino repetir que ... el tren rápido llegará mucho más tarde de lo prometido. Añádanle unos años a la fecha más pesimista y quizá acierten. Pero es que además la pandemia les ha dado la perfecta excusa para desmantelar la línea aérea que nos unía con Madrid. Las conexiones son tan pocas y tan salteadas que resultan inútiles. Antes había 28 vuelos a la semana y ahora hay menos de la mitad, 12. Hay días sin ninguno y otros en que se puede ir, pero no volver en el día.
Quizá recuerden que, debido precisamente a los retrasos infames en las obras del tren, la Junta de Extremadura consiguió que el Gobierno declarase en 2018 como Obligación de Servicio Público (OSP) la conexión aérea con Madrid y Barcelona desde el aeropuerto de Badajoz.
Era una especie de compensación por nuestra miseria ferroviaria. La iniciativa fue un éxito. Los vuelos bajaron de precio y los aviones ganaron viajeros. Ya que no teníamos un tren medio decente, era posible viajar a Madrid para hacer gestiones por la mañana y volver por la tarde sin necesidad de conducir 800 kilómetros entre ida y vuelta.
Pero la pandemia, que todo lo paró, dejó en tierra los aviones. Pasado lo más duro, se ha recuperado la conexión con Barcelona y algunos días con Madrid, pero no todos, lo que hace el servicio inservible. Y, por descontado, seguimos sin el tren.
El argumento que da Air Nostrum es que no hay demanda suficiente para recuperar la misma frecuencia de vuelos. Y seguramente es cierto. Pero lo que es seguro es que si solo ofrecen los trayectos que tienen hoy no se va a recuperar esa oferta. Asentar una línea requiere de un tiempo para que los usuarios la conozcan y sepan que es una buena opción de viaje. Ese hábito se estaba creando en 2019 y se frustró con la pandemia.
Muchos lectores dirán que no les importa el avión a Madrid o Barcelona, porque no lo usan. Pero es clave para Extremadura, aunque uno no se monte nunca. En un momento en que hay muchas empresas interesadas en invertir en la región es lamentable que no haya ninguna forma de llegar a Extremadura en un tiempo razonable en transporte público. La falta de conexiones, sea por tren, sea por avión, no anima a empresarios y profesionales a instalarse aquí.
La Junta, que presionó hace tres años para conseguir la OSP, debería volver a presionar para que las conexiones se recuperen. Y si el asunto depende del Ministerio de Transportes no aceptar que retrocedamos a 2017.
La falta de conexiones que estén a la altura del siglo puede ser uno de los factores que complique ese desarrollo económico que nuestros gobernantes aseguran que está a la puerta. Tenemos sol, tenemos agua, tenemos suelo, pero nos faltan trenes y aviones. Ese déficit histórico no se ha resuelto. Esta misma semana, empresarios del Levante reclamaban que se aceleren las obras del corredor ferroviario del Mediterráneo. Y están en su derecho. En Extremadura seguimos aislados y a la espera.
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