Conocí a Paco González Zurrón en 1977. Ejercía de secretario del entonces gobernador, Civil Luis E. Julve Guerrero. Luego, sin interrupciones, como miembro de esta ... cofradía donde cohabitan las instituciones con la cultura, no dejamos de tratarnos. Pasó, se ha escrito ya, por la Diputación de Badajoz, por el diario HOY y por el Club Senior. En todas partes dejó el sello exquisito de sus maneras. Se le escuchaba un castellano impecable, como hijo primero de la Asturias que se define como España, porque lo demás es tierra conquistada. Y como hijo, igualmente primero según quiso ser, de esta Extremadura. A ella sirvió fundiendo en un mismo gesto cortesía y responsabilidad.
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Cada mañana Paco nos madrugaba con noticias, con frecuencia antes de que el papel estuviera en los quioscos. Esta imagen del 27 de junio pasado, acompañándome en la puesta de largo de un libro mío, es histórica por los que están. Pero más, y primero, por Paco, porque, aunque ya tenía la munición en las alas, seguía sonriendo. Tal vez por esa cortesía suya, tan entera como cercana, disimulaba amablemente su ser dolido.
Al anochecer nos deseaba, también esta última semana lo ha hecho, feliz descanso y paz. Esa paz que ahora se reviste de un enigma hondo y extraño, cuando alguien se va de entre nosotros. Y, porque nos faltan letras en el atroz trance, le devolvemos el mensaje que cada día nos enviaba. Él merece paz y el mejor descanso porque fue, por buen escudero, el mejor señor.
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