Ciertamente era otra época, pero en la fundación del PSOE (1879) estuvieron presentes la defensa del mendrugo de pan de los pobres y la lucha por la mejora en las condiciones de trabajo. No se habló de igualdad, pues era tal el tramo que mediaba ... entre el estar de los ricos y el de los pobres que con la mejora se daban por «contentos». Hasta finales del siglo XIX no hablaron de que el Estado debía mantener la igualdad política.
Han cambiado mucho los tiempos y no todos fueron a mejor, como tampoco cualquier tiempo pasado lo fue, a pesar de lo dicho por Jorge Manrique. Tanto hemos cambiado como individuos y como pueblo que no siempre nos reconocen ni nuestros vecinos. A las instituciones les sucede lo mismo, aunque, por lo general, son más reacias a los cambios; por ejemplo, los partidos políticos que tienen como objetivo el poder para mejorar la sociedad y para su continuidad en el disfrute del mismo llegan a alterar sus principios hasta convertirse en adefesios de sí mismos. Pero continuamos aspirando a la Armonía (libertad, igualdad y felicidad).
Con la socialdemocracia, que es la forma política que adoptaron los partidos socialistas europeos tras la Segunda Guerra Mundial, basada en los ideales de la Ilustración y en el Estado del bienestar, llegaría un PSOE renovado, que supo recoger lo mejor de su historia y de renovado se ha convertido en histórico por lo distante que está del actual. Y así hemos llegado hasta ahora y sin saber a dónde vamos o nos llevan.
Tras el régimen autoritario de Franco (Fernando Rosas) se llegó a la Transición política española, que supuso el tránsito de una dictadura a una democracia, cuya creación máxima fue darnos un nuevo marco de libertades y de convivencia como es la Constitución española (1978). El PSOE tuvo un papel protagonista en la misma, desde su contribución con Peces-Barba, como ponente constitucional, a los cafés nocturnos de Alfonso Guerra con Fernando Abril Martorell para desbloquear aspectos conflictivos. El PSOE fue constitucional y partido de acuerdos y consensos y, me atrevería a decir, jacobino. Cuán lejos está de aquellos planteamientos, aunque con la boca chica continúe defendiéndolo, en la práctica está muy distante, pues la Constitución recibe numerosos ataques y el origen de muchos está en su entorno.
Hemos cambiado, pero no siempre a mejor, pues las desigualdades territoriales continúan a pesar de la definición y proclamación constitucionales. El encaje del Título VIII (De la Organización del Estado) fue «café para todos», y como el café: unos lo toman solo, otros cortado, descafeinado, capuchino… y un sinfín de presentaciones. Así son las comunidades autónomas, con igual nombre, pero con competencias distintas y disparidades en sus desarrollos ni te cuento. Hubo quienes quisieron poner coto a ciertos desmanes, pero no tuvieron éxito: UPD (Unión, Progreso y Democracia) y Ciudadanos (Cs) defendieron una fiscalidad única para todo el Estado, derogando los conciertos vasco y navarro que de provisionales pasaron a históricos. Y de ahí a una anomalía constitucional. Se hundieron.
Un partido que nació para defender el mendrugo de los pobres ha perdido valores y en la actualidad parece que tiene como único interés la continuidad en el poder, el bienestar de unos y el de sus entornos, y no la mejora de aquellos a quienes quiso defender originariamente, desde el momento en que ha abandonado la defensa de la igualdad y la solidaridad entre los españoles. Para repartir algo no se puede reducir la acción política a la pura exacción impositiva, que con ella pretenden resolver todos los problemas, cuando sin creación de riqueza no hay nada que repartir y hace a todos pobres y para impulsar esa «igualdad» por abajo no se necesitan alforjas.
Para mejorar un país no hay nada mejor que sus partes sigan juntas: «la unión hace la fuerza». Lo demás son pamplinas y bulos que intentan justificar la continuidad en el poder, ya construyendo muros, que dividen la sociedad por interés electoral, o estableciendo alianzas 'contra natura', si es preciso, pero convenientes para las partes. En uno de los grabados de Goya, se escribe: «Algún partido saca». Representa a un hombre clavando un cuchillo a un animal en el cuello. Puede tratarse de una alegoría. Aquí el animal sería la Nación española, pero no quiero acusar a nadie de atrevido. Eso lo dejo para ustedes. Ataques fueron los indultos, la supresión de la sedición, las rebajas de los delitos de malversación, la amnistía, tantas veces citados, y ahora los acuerdos del PSC (PSOE) con ERC (recojo PSOE, porque el PSC no tiene capacidad política suficiente para contratar si no está avalado desde la Moncloa-Ferraz, salvo para llevar a cabo las políticas identitarias del nacionalismo). Los acuerdos han sido para comprar la presidencia de la Generalidad de Cataluña para Salvador Illa, que no para nosotros, como dijo Dalí que «el toro había raptado Europa para nosotros», y para continuar con el apoyo de los independentistas en el Congreso de Diputados.
Fue buena la frase de Fernando VII cuando invitó a los españoles a volver a la senda constitucional y él el primero, pero él no fue ejemplo de nada, pero es necesario retomar el sentido de la misma para anteponer el ser y el futuro de la sociedad española por encima de egos e intereses de sus dirigentes y de parte.
Pedro Sánchez, con el Comité Federal en su partido (7/09/24) y después con el Congreso Federal a finales de noviembre, terminará con la disidencia dentro del PSOE actual. Aunque haya quien defienda su compromiso socialista: significará el harakiri para alguno y la autoexclusión para otros de ir en las listas electorales en la próxima convocatoria, lo que les dignificará, pero él (Sánchez) sigue, pues la mayoría de los afiliados votó a favor de sus propuestas, pues en este caso todo está atado y bien atado (Franco), pues se actuará conforme al carácter rígido y dogmático, que caracterizó al PSOE en sus orígenes (J. J.Morato) y, ya se sabe, quien se mueve no sale en la foto (atribuido a Guerra). A los demás nos importa lo que puedan desarrollar sobre lo aprobado en el 41 Congreso sobre la Nación española, en el camino de la federalización «justa y necesaria» (en misa los feligreses rezan: «es justo y necesario…»), como se recoge en la ponencia, antesala del cuarteamiento de la misma; se pasa por encima de las responsabilidades en Valencia (29/10/24), se recurre muchas veces a la igualdad y la solidaridad de los españoles, pero se aprueba para una financiación autonómica justa el acuerdo multilateral y la relación singular al mismo tiempo, lo que ya es difícil. Amén del culto al líder, la falta de autocrítica, el victimismo y ataque a jueces y medios. Poco discurso y mucha exaltación. ¡Ya veremos en qué queda todo!
Y todo por unos mendrugos.
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