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Opinión

Dios dirá

Desde otra perspectiva ·

Interesa atribuir, para castigarnos, a la rivalidad lo que sólo es esfuerzo, se penaliza la capacidad que Dios nos ha dado y se menosprecia lo que hemos conseguido

Felipe Sánchez Gahete

Miércoles, 14 de agosto 2024, 22:47

Sigo a ratos las retransmisiones de los Juegos Olímpicos, aunque los años me van quitando interés e ilusión.

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Acabo de leer un libro de Alicia ... Delibes, 'La Gran Estafa o el secuestro del sentido común en la educación', y presenciando todo lo relacionado con las/los púgiles Imane Khelif de Argelia y Lin Yu-ting de Taiwán, cosa que, me temo, se va ir envenenando y va marcar el rumbo de este tipo de eventos —recordemos el caso Semenya, lo traje aquí hace poco en un artículo que titulé 'Mediopensionistas'–. Después el CMB, Consejo Mundial de Boxeo, ha anunciado que creará una categoría especial para transexuales—, he asociado unos párrafos que entresacaba Delibes de un texto publicado por el Ministerio de Educación y Ciencia ya en 1995: 'Transversales: Educación para la paz':

«Participar, con independencia del nivel de destreza alcanzado en actividades físicas y deportivas, desarrollando actitudes de cooperación y respeto, valorando los aspectos de relación que tiene las actividades físicas y reconociendo como valor cultural propio los deportes y juegos autóctonos que le vinculan a su comunidad […] Aceptación del reto que supone competir con otros, sin que ello suponga actitudes de rivalidad…».

Se pregunta Alicia: «dado que competir y rivalizar son la misma cosa resulta difícil de comprender cómo se podrá enseñar a competir sin que ello suponga tener una actitud de rivalizar».

El «Citius, altius, fortius», tras la covid, «Citius, altius, fortius - communiter», «más rápido, más alto, más fuerte - juntos», lema olímpico, no sabemos qué significará en un futuro.

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La ideología devora todas las disciplinas y todas las prácticas, advertía Jean-François Revel y, si bien él se cernía al terreno de la Educación, esta afirmación está hoy extendida a todos los ámbitos de la vida.

Esta «Educación» va preparando el terreno para que eventos como los Juegos Olímpicos no tengan sentido.

Se empieza por los cromosomas y sólo Dios sabe cómo se acaba. El culto 'woke' invade todo, emputece todo, por usar las gráficas palabras que solía utilizar don Floro, famoso ganadero y montero de Don Benito y que he citado alguna vez.

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Interesa atribuir, para castigarnos, a la rivalidad lo que sólo es esfuerzo, se penaliza la capacidad que Dios nos ha dado y se menosprecia lo que hemos conseguido por las dos cosas mencionadas, que, para los de mi generación, eran el camino de la superación personal, del éxito y también, por qué no, de la promoción social.

Si a esto le unes que los atletas, caso Embiid, pueden elegir el país por el que competir días antes del comienzo de los Juegos y países que han pasado de exportar revolución a exportar atletas, a uno, que no es chovinista, le dará igual que desfile Coca-Cola que la Madre Patria.

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Como bandera, el retrato de George Washington.

«In God We Trust».

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