EFE
Opinión

Isaiah Berlin dixit (y III)

CULTURA Y POLÍTICA ·

El gobierno de Pedro Sánchez y sus socios (la guarnición) está asaltando las instituciones (la fortaleza) desde dentro de ellas

FELIPE TRASEIRA

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 22:50

Como vimos en anteriores columnas, Isaiah Berlin basaba la fortaleza de la democracia en el buen funcionamiento de las instituciones, así como en gobernantes preparados y competentes a su frente, metaforizando ambas realidades, instituciones y gobernanza, con una fortaleza militar y su guarnición, respectivamente. Para ... resistir a los asedios, la fortaleza tiene que situarse en una cumbre prácticamente inaccesible y poseer anchas murallas, profundos fosos, altas torres, intrincados pasadizos, recias puertas y variadas dependencias para albergar tropas y suministros, en tanto la guarnición tiene que ser disciplinada y dispuesta a dar la vida en su defensa. Un bello ejemplo de fortaleza militar, magníficamente conservada y declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad, es la de Nuestra Señora de Gracia, en Elvas, Portugal, sobre el Alentejo y al lado de Badajoz. Su papel fue decisivo durante el enfrentamiento militar entre Portugal y España, entre 1640 y 1668, contribuyendo a la independencia del querido país vecino. Su ejemplo no desmerece otras importantes fortalezas, como Morella, en Castellón, o nuestra Alcazaba pacense.

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El gobierno de Pedro Sánchez y sus socios (la guarnición) está asaltando las instituciones (la fortaleza) desde dentro de ellas. La debilidad del PS hace que dependa de los separatistas, que desean la destrucción de España (la fortaleza). Una cosa es que los nacionalistas estén en las instituciones y otra que decidan los destinos de toda la Nación. El CIS, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Estado, la Fiscalía General, la Abogacía del Estado, el Banco de España o RTVE, han sido puestas al servicio del Gobierno del PS, o incluso de sus intereses particulares. La oposición alerta de que así España se rompe. Pero los votantes socialistas –impasibles– no lo creen. Por otro lado, cuando el PS no reconoce su 'sitio' a la oposición, ataca un pilar básico de la democracia: la alternancia en el poder. La oposición es tratada como enemigo a batir, no como adversario con el que dialogar. El Parlamento se convierte, así, en una cámara irrelevante y la oposición en una figura decorativa, aun sin desaparecer. Paralelamente, el PS ha levantado un muro dividiendo España en dos mitades irreconciliables, abocadas a enfrentamientos futuros que creíamos ya irrepetibles, e incapaces ya de enfrentarse unidas a una tragedia tan devastadora como la DANA valenciana. En fin, los ataques a las instituciones alcanzan incluso a la Jefatura del Estado y a gobernar al margen de la Constitución y de la ley. España no se rompe, al modo como, según la Biblia, Moisés rompió en dos partes el mar Rojo, pero sí se rompe la neutralidad que debe presidir las principales instituciones estatales y al vaciarlas de su función, diluyéndose el Estado. La guarnición deja de defender la fortaleza, convirtiéndose ella misma en la principal atacante, desde dentro, de aquella.

Cuando un país carece de instituciones robustas/independientes y de gobernantes preparados, que miren por el bien común, está condenado a la irrelevancia internacional y al deterioro de su bienestar social y económico. Esta es la ruptura que está produciéndose en España.

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