Cultura y política

Suárez, irrepetible

Fue el hombre adecuado en el momento oportuno. El paso de la dictadura franquista a la democracia que disfrutamos todos hoy no puede entenderse sin él

Felipe Traseira

Jueves, 26 de octubre 2023, 07:53

La historia de los pueblos la hacen sus propios pueblos. Ya pasó la época en que solo se reconocía como protagonistas de la historia a reyes, ministros o diplomáticos, en suma, a los grandes hombres públicos. Afortunadamente, nos hemos ido dando cuenta que son los ... ciudadanos los artífices de su propio porvenir. Pero aun reconociendo esto, debemos admitir también que en determinadas épocas históricas surgen algunos personajes que parecen, digamos, tocados por la mano de los dioses. Este es el caso de Adolfo Suárez. Fue el hombre adecuado en el momento oportuno. El paso de la dictadura franquista a la democracia que disfrutamos todos hoy no puede entenderse sin él. Dicho paso lo protagonizó el pueblo, pero sin la guía y orientación de Suárez se hubiera producido de otra manera. Martín Villa se ha referido a «el coraje y la prudencia con que Suárez guió el proceso que culminó en la Constitución de 1978».

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Con un encanto personal grande, consensuó en torno a su proyecto a la mayoría de las fuerzas políticas, venciendo enormes resistencias, como pusieron de manifiesto el 23-F o los continuos atentados terroristas de ETA. Superaba así la tradicional división de las dos Españas, que hundía sus raíces modernamente en el siglo XVIII con la oposición ilustrados-antiilustrados, continuaba durante el XIX con el enfrentamiento entre liberales y conservadores para culminar en nuestra Guerra Civil de 1936 donde se produjo ya la lucha a muerte entre lo que Unamuno denominó los 'hunos' y los 'hotros'. Con Suárez podemos decir que se normalizó la trayectoria vital española, alineándose nuestro país con el resto de países europeos. Supo también desprenderse del poder cuando comprendió que su figura podía ser un obstáculo o inconveniente para su país. Destacar también que lo importante de Suárez no solo fue su capacidad de aunar en un proyecto político a todas las fuerzas políticas, sino que fue un político con una importante dimensión social como demuestran las reformas fiscal y laboral que llevó adelante. Ya de pequeño anunciaba esto cuando su abuela le reñía por llegar a casa sin zapatos al habérselos dado a algún niño pobre. Por último, destacar su arrojo personal, su valentía. Suárez demostró su valor durante el 23-F., defendiendo al general Gutiérrez Mellado o permaneciendo gallardamente en su asiento.

Por todo ello –pese a algunas carencias, como el no ser un buen orador o el no tener una mayor preparación intelectual– cabe calificarle de un verdadero hombre de estado. Es inaceptable que su legado quiera ser destruído por Pedro Sánchez y socios. Sánchez no ha comprendido todavía que un buen político no es el que hace tabla rasa de la historia de su país, sino el que se siente íntimamente vinculado con ella, el que es consciente de ser parte de un 'continum' histórico y cultural, un eslabón engarzado entre el pasado y el futuro, en suma, ser consciente de que su obra no surge en el vacío, que ha sido precedida y que será también proseguida. Desgraciadamente, Sánchez no es Suárez.

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