
Tardes de soledad
El lado transgresor de los toros es poner la muerte en primer plano, cuando la sociedad procura ocultarla o edulcorarla
Felipe Traseira
Miércoles, 26 de marzo 2025, 22:53
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Felipe Traseira
Miércoles, 26 de marzo 2025, 22:53
La reaparición de Morante en Olivenza quedó suspendida por el agua, pasando al 29 de esta semana en Almendralejo. Allí estaremos. Entretanto, me resarzo viendo ' ... Tardes de soledad', documental del cineasta catalán Albert Serra sobre la figura de Andrés Roca Rey, a cuyo potente lanzamiento asistimos en estos días. Albert Serra se centra exclusivamente en un aspecto de la tauromaquia, cual es la lucha entre un animal peligrosísimo y un hombre con mucho valor, entre toro y torero. Nada más comenzar la proyección, aparece en pantalla, mirando al publico, un toro en el campo, solo, impresionante, que deja oír su respiración, dando la sensación de estar al otro lado de la pantalla. Es la soledad de quien va a morir, sin saberlo. Lo mismo sucede con el torero, con el maestro Roca Rey en este caso, aunque consciente de que se enfrenta a la muerte. Aunque le veamos rodeado de su cuadrilla, que le jalean y le animan, su rostro es taciturno y de preocupación, apenas dialoga con ellos, porque sabe que puede morir. Este es el lado transgresor de los toros, al poner la muerte en primer plano, cuando la sociedad procura ocultarla o edulcorarla.
A lo largo de cinco corridas, Albert Serra pone el foco de su cámara en la pelea librada en el ruedo entre toro y torero, a través de primeros planos para dar una sensación más real de la misma. Roca se pasa a los astados por la taleguilla en un alarde de valor difícilmente superable. Y para dar la sensación de que toro y torero están solos en el combate, Albert Serra suprime al público y a la música, oyéndose únicamente los vítores, aplausos y pitos. Solos el hombre y la bestia en el redondel. La visión panorámica que exigen prácticamente todos los espectáculos ha sido suprimida, para darnos la sensación de estar al lado de los protagonistas. Nada nos debe distraer de esta danza pagana que tiene lugar en el albero, girando en torno a la muerte de uno de sus dos protagonistas. Junto a la peligrosidad potencial del toro, que parece que pudiéramos sentir gracias a los primeros planos y a unos efectos de sonido extraordinarios, aparece la violencia real cuando se producen los derribos de los picadores y las cogidas de Roca Rey, quedando herido y ensangrentado. También cuando se mata y descabella al toro, mostrando en primeros planos su agonía. Pero es la agonía de una muerte heroica.
Albert Serra, al centrarse solo en el enfrentamiento toro-torero en primerísimos planos, no ha querido ver la tauromaquia en su verdadera dimensión. No aparecen los capotazos, suerte bellísima y esencial para ir ahormando al toro y que, por tanto, el torero pueda vencer mejor al animal. Tampoco se ve a un solo toro galopar por el ruedo y rematar en tablas, para poder medir su bravura y así saber el torero a qué atenerse. En suma, no tener en cuenta el aspecto artístico de la tauromaquia, centrándose sólo en lo sangriento, conduce a una visión sesgada de la misma.
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