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Extremadura urgentemente necesita industrias

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Con su suelo, su radiación, el acceso a puertos importantes (Huelva, Sines o Lisboa) y la utilización de la energía limpia, la región puede atraer industrias que de otro modo se instalarían en otras regiones o en mercados exteriores

Fernando López Rodríguez

Doctor ingeniero industrial y catedrático de Proyectos de Ingeniería

Lunes, 13 de enero 2025, 22:52

Extremadura se encuentra entre las últimas regiones de España, y con muy bajos indicadores socioeconómicos. Ello se debe a la falta de industrias y a ... ser considerada como región rural, estando alineada con el sector primario del que nunca ha podido salir. Después de la guerra civil y desde la época de la dictadura, se la obligó a llevar a cabo tan solo actividades agrícolas y ganaderas para lo que se creó el Plan Badajoz, inundándose de pantanos y regadíos y olvidándose de la industrialización y del programa industrial, que también contemplaba el Plan, no se sabe si voluntaria o involuntariamente. Posteriormente, se continuó ignorando a Extremadura en cuanto a actividades, planes y ubicación de plantas industriales, siendo todas dirigidas por los sucesivos gobiernos hacia regiones del norte, Cataluña y zonas portuarias, abortándose incluso cualquier iniciativa de carácter industrial que pudiera generarse en Extremadura, como la terminal logística de San Lázaro en Mérida o la refinería.

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Las comunidades con más actividad industrial y servicios de alto valor añadido, como el País Vasco y Cataluña, tienen un PIB per cápita más elevado comparado con aquellas donde el sector primario tiene más peso y el desempleo mayor, como Andalucía y Extremadura. Si nos fijamos en esta particularidad, el PIB de Extremadura es de 21.343 euros frente a la media nacional que es de 30.970, representando la decimoquinta economía española. La participación de la industria en el PIB es tan solo del 8%, frente al País Vasco, que es del 24% o el de la media española, que es del 18%. Esto nos confirma que Extremadura es una sociedad rural con producción preferente centrada en la agricultura y con un bajo nivel económico y de vida de sus ciudadanos. Junto con Andalucía y Murcia, registran las tasas más altas de pobreza y donde hay más población en riesgo de alcanzarla. Ante esto, no hay que sumirse en la desesperanza como siempre, o en la dejadez de la que hemos hecho gala, y sí fijarnos las fortalezas y potencialidades de las que sí disponemos.

Partimos de un sector importante que tenemos o vamos a disponer, que es el del litio, si no se desploma antes ante el descenso en su cotización en los mercados internacionales. Esto supone que la cadena de valor del mismo que incluye: minería/proceso/fabricación baterías/supercondensadores, es la primera vez que, si todo sale como se ha planificado, se desarrollará íntegramente en Extremadura. Disponemos de una potente agroindustria, un sector turístico en continuo ascenso, una agricultura bastante modernizada, unos subsectores bodeguero y de sacrificio de ganado muy potentes. Además, existe gran variedad de recursos tradicionales, tales como forestales, patrimonio cultural y biodiversidad ecológica y una actividad cinegética importante. Y también otros, con una potencialidad relevante como la radiación solar, terrenos, agua y estabilidad social con un extenso litoral fluvial rodeado por una formación boscosa peculiar como es la dehesa extremeña. Gracias a ello, la potencia eléctrica instalada en Extremadura es de 11.696 MW, destacando la energía solar fotovoltaica con 6.410 MW, y la hidráulica con 2.277 MW como renovables, después la nuclear con 2.017 MW, quedando la solar térmica (849 W), la eólica (89 MW) y otras renovables (44 MW), arrojando un total de 11.696 MW.

Extremadura camina hacia los 30.000 GWh de producción eléctrica apoyada en los más de los 16.000 GWh de la central nucleare de Almaraz y en los 9.167 MWh producida por la fotovoltaica. Según REE, la comunidad tuvo un consumo de 4.761 GWh, muy reducido. Es decir, se produce casi siete veces más de lo que consumimos.

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Pero somos la primera región de producción fotovoltaica, la segunda en termosolar y nuclear, la tercera en producción hidroeléctrica y la tercera en producción nacional de energía, por lo que resulta incomprensible que una región con estas características tenga los indicadores anteriores.

A todo esto, nos enteramos recientemente de que la firma Stellantis y la china CALT anuncian una inversión de 4.100 millones en una gigafactoría de producción de baterías eléctricas en Zaragoza. Se dice que puede hacer competir a España con Europa y es posible pensar que pueda «hacer daño» a la de Navalmoral de Envision, todavía pendiente de empezar la construcción. Esta inversión se une a las ya anunciadas por Microsoft, Amazon Web Services (AWS) y sus tres centros de datos en diversos puntos de la comunidad. Pero puede preguntarse uno, ¿qué tiene Aragón para atraerse casi 40.000 millones de inversión? La respuesta es, además de lo que tenía hace dos o tres años en suelo, agua, energía, talento, investigación…, según los expertos, se debe a que tiene una estabilidad política e institucional de la comunidad y en las facilidades que el Gobierno de Aragón está poniendo a la inversión.

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Conviene también fijarse en un informe de la Cámara de Comercio de EE UU (AmChamSpain). En este documento se destaca el enorme potencial español para «captar empresas que buscan reubicar sus proyectos y operaciones industriales desde Alemania o países del Este hacia destinos más estables y competitivos en energía» y Extremadura con su suelo, su radiación, el acceso a puertos importantes (Huelva, Sines o Lisboa), y la utilización de la energía limpia, puede atraer industrias que, de otro modo se instalarían en otras regiones o en mercados exteriores.

Entre las recetas que se exponen se encuentra el alargamiento de la vida útil de las centrales nucleares como la de Almaraz, necesarias para el suministro a los centros de datos. Se recomienda evitar cambios retroactivos que perjudiquen la confianza de los inversores, simplificar regulación para reducir la burocracia en proyectos, y a medio plazo, cambiar el sistema de subvenciones por de créditos. En materia fiscal, se debería suprimir las cargas fiscales que dupliquen la carga tributaria a las empresas energéticas. Todo parece asumible, pero en estos momentos no van en la dirección por la que camina el Gobierno.

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