Francisco Rubio Llorente ha sido uno de los más brillantes juristas de España y una de las mentes más lúcidas e inteligentes de nuestra academia. Su vocación de servir al Estado se demostró en todos los altos cargos y funciones que desempeñó, arrojando siempre la ... luz de la razón, con su clarividencia, sobre los múltiples problemas que afectaban, y que siguen afectando, al edificio inacabado de nuestra democracia constitucional. Letrado y secretario general del Congreso de los Diputados durante el proceso constituyente, asesoró a los ponentes del anteproyecto de Constitución e influyó, con ello, en nuestro actual texto fundamental. Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense y discípulo de don Manuel García Pelayo, impartió clases en las universidades Central de Venezuela, Siena, Friburgo, Pau o Harvard. Su extraordinaria labor como académico le situó como cabeza de una de las principales escuelas del derecho constitucional español y le convirtió en un verdadero «maestro de maestros». Recién creado el Tribunal Constitucional, fue magistrado y vicepresidente del mismo, ayudando desde la institución a garantizar la normatividad del texto, su eficacia y cumplimiento. Posteriormente, y durante ocho años, fue presidente del Consejo de Estado, máximo órgano consultivo del Gobierno y que hoy preside, también, otra jurista extremeña, Magdalena Valerio. Desde aquí elaboró y coordinó, a petición del presidente Zapatero, el monumental informe sobre la reforma constitucional, que sigue siendo un documento esencial para comprender las carencias actuales de nuestro sistema democrático.

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A lo largo de su vida puso a disposición del interés general su palabra escrita, dotada de una notable pedagogía. Son de obligada lectura muchos de sus artículos en prensa defendiendo la reforma del Estado y de la Constitución, el avance en la integración europea, la europeización de la democracia española o la resolución del problema territorial, sobre el que escribió algunas de las mejores reflexiones que se han vertido.

Rubio Llorente, jurista al servicio de España, fue además un extremeño consciente de su pertenencia a nuestra tierra. Nacido en Berlanga, Badajoz, el 25 de febrero de 1930, siempre llevó a la región en el corazón y siempre la consideró uno de sus mayores apegos. Galardonado con la Medalla de Extremadura en 2008, se definió en el discurso de aceptación como «radicalmente extremeño». De Berlanga afirmó que «es parte de mi ser y el único lugar del mundo donde me he sentido en casa». De hecho, y como él afirmaba, el reconocimiento que más le entusiasmó en vida fue el de denominar una plaza de su pueblo con su nombre. Querencia por la tierra extremeña que, en el homenaje realizado tras su muerte en la Fundación Ortega y Gasset, destacaron singularmente sus amigos y familiares.

Extremadura, tierra fértil en juristas, traza un arco de dos siglos desde Muñoz-Torrero, uno de los padres del constitucionalismo español, a Rubio Llorente, uno de los principales juristas de la democracia constitucional que nos dimos en 1978. Reivindicarles es poner en valor también la contribución de nuestra región al pasado, presente y futuro de esta comunidad política tan compleja, y a veces tan airada, que llamamos España.

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