El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi EFE

Garamendi y los pobres

ANÁLISIS ·

El presidente de la patronal española aboga por un salario mínimo diferente según el nivel de riqueza de donde se viva

Pablo Calvo

Cáceres

Domingo, 5 de septiembre 2021, 07:54

El presidente de la patronal española, Antonio Garamendi, ha propuesto fijar un salario mínimo según el sitio en el que se viva, esto es, un ... salario menor para las zonas más pobres del país y superior en aquellos territorios que ya son más ricos. Dicho de otra manera: naturalizar las diferencias de renta entre las distintas comunidades. Al cuerno con el principio de que un Estado debe velar por que sus ciudadanos tengan garantizadas las mismas condiciones de vida con independencia del lugar en el que residan. Por el contrario, Garamendi propone incorporar a la legislación que los que tienen menos ingresos, los sigan teniendo.

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¿Acaso el extremeño tiene un recibo de la luz más barato, o Zara vende por menos precio su ropa en la región, o el litro de gasolina es más asequible salvo los céntimos de libre competencia entre marcas, o si vas a Madrid te hacen precio especial en cualquier cosa? Que uno sepa, todo eso cuesta igual a un vasco, a un gallego o a un extremeño. Y si en Extremadura se disfruta de eso tan etéreo que se llama calidad de vida debería ser, en todo caso, un atractivo y no un perjuicio para evitar que las provincias españolas de interior desaparezcan definitivamente.

Estamos hablando, recordémoslo, del salario mínimo interprofesional (SMI). De la cantidad que el Estado, los representantes políticos, los agentes sociales determinan que debe ser el ingreso por debajo del cual no se considera que una persona que trabaja puede mantener una vida digna. A partir de ahí, por supuesto, los empresarios y los representantes de los trabajadores pueden determinar, en convenios colectivos o de empresa, las condiciones que se consideren adecuadas teniendo en cuanto el contexto socioeconómico en el que se desenvuelven y muchos otros factores que pueden influir a la hora de establecerr una tabla salarial. Pero fijar por ley que la dignidad de un catalán vale más que la de un andaluz o un extremeño es demasiado. Por esa misma regla de tres, se podría aprobar que los inmigrantes ganen menos por igual trabajo, ya que un euro en su país de origen da para mucho más. A lo mejor es que los empresarios en los que piensa Garamendi ya lo hacen.

No es la primera vez que el presidente de la CEOE se refiere a este asunto en los mismos términos. De hecho, tiene una especie de fijación para poner como ejemplo a Extremadura y siempre a los trabajadores de Don Benito. Desconozco por qué. El caso es que ha repetido su propuesta en varias ocasiones en el último año y medio cada vez que se habla de subir o no el SMI. Que es otra cosa muy distinta.

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Hasta hace muy poco, la vicepresidenta económica Nadia Calviño ponía cara de disgusto cada vez que la ministra Yolanda Díaz se manifestaba a favor de una subida. El SMI ha crecido de forma muy importante en los tres últimos años, y se ha equiparado incluso a algunos salarios de sector en sus franjas más bajas. Se ha ido dignificando, en suma, lo cual no ha evitado la aparición de los nuevos pobres, es decir, aquellas personas que pese a tener empleo requieren de ayudas sociales. Pero se puede debatir si, como consecuencia de la pandemia, es el momento más adecuado para acordar otro aumento, cuando todavía además no se ha terminado de analizar si el último incremento tuvo consecuencia reales negativas sobre el empleo. Y habrá que discutir el cuánto, por supuesto.

La propuesta de Garamendi para lo que él llama eufemísticamente la España diversa, es decir la de pobres y ricos, adelanta otros cambios en materia salarial que sin duda traerán las nuevas fórmulas laborales. Por ejemplo, proponer salarios más bajos para quienes teletrabajan, ya que ese personal no necesita gastar en transporte, vestuario o comida fuera de casa. Tiempo al tiempo para que el empleado deba elegir entre ganar más o trabajar a distancia, otra cosa, por cierto, en la que la región también se las prometía muy felices para evitar su despoblación: sueldo de Madrid con calidad de vida de Extremadura. Demasiado bonito.

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