La delegación extremeña en Bután esta semana. CEDIDA

Una gira por Bután

Análisis ·

Conviene, a los políticos los primeros, explicar muy bien la utilidad de estos viajes para no irritar aún más al personal

Claudio Mateos

Cáceres

Domingo, 4 de diciembre 2022, 08:05

Ahora que la delegación extremeña compuesta por la presidenta de la Asamblea, la directora de Acción Exterior de la Junta y el alcalde de Cáceres ha regresado de su viaje oficial de una semana por Bután, estamos a la espera de conocer en detalle ... las explicaciones sobre el beneficio que la gira tendrá para los extremeños. Durante estos días la información que íbamos recibiendo apenas se ha limitado a la agenda diaria de las reuniones que han mantenido allí nuestros políticos. La motivación oficial del viaje que ha dado la Asamblea es «reforzar las relaciones ya existentes en el marco de la creación en Cáceres de un Centro Cultural de Paz impulsado por la Fundación Lumbini Garden», es decir, impulsar el centro budista con estatua gigante proyectado en el monte Arropé, a las afueras de la ciudad. El Ayuntamiento de Cáceres no ha dicho todavía nada aparte de algunas publicaciones del alcalde en las redes sociales con el argumento de que las tareas de comunicación del viaje eran cosa de la Asamblea de Extremadura, que encabezaba la expedición, aunque al menos ha sido la única de las tres instituciones públicas implicadas que ha respondido a la pregunta sobre el coste aproximado de la aventura: unos 5.000 euros por barba y cada administración paga su parte.

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El Ayuntamiento ha anunciado que Luis Salaya convocará en los próximos días la comisión de seguimiento del proyecto budista, donde asegura que se darán todas las explicaciones pertinentes sobre lo que han hecho en Bután y en India y, sobre todo, para qué ha servido. Sin duda es necesario. Conviene, a los políticos los primeros, justificarlo muy bien para no irritar más de la cuenta al personal, que viene escarmentado y sabe que estas cosas rara vez llegan a ser algo más que unas vacaciones pagadas a costa del contribuyente. Ya no es tanto por el dinero, que ciertamente no es mucho para una administración pública, como por que el alcalde de una ciudad como Cáceres, que requiere dedicación constante, debe tener una muy buena razón para ausentarse durante una semana entera de sus obligaciones de gestión por viajar a un país situado a 8.600 kilómetros. Lo de estrechar lazos con los posibles inversores y líderes espirituales del complejo budista está muy bien, pero es que se viene hablando por parte de los promotores de que podría haber hasta 12 países asiáticos involucrados, y se antojaría un poco excesivo tener que visitarlos todos.

La realidad es que esta ha sido ya la tercera delegación extremeña que viaja a Asia en menos de tres años (las dos anteriores fueron a Nepal) y de momento los avances visibles en el proyecto budista son casi inexistentes, más allá de la estatua de Buda que languidece en una sala del Museo Pedrilla y las recreaciones por ordenador que se han ido mostrando en las sucesivas presentaciones. La Fundación Lumbini ha registrado en noviembre dos nuevos proyectos, uno para la estatua gigante de 47 metros y otro para un pabellón no permanente en Arropé sobre cuya viabilidad ambiental se tiene que pronunciar todavía la Junta de Extremadura, ya que no olvidemos que ese monte se encuentra en zona ZEPA. Nos dicen que sí, que los contactos que se están forjando ahora acabarán dando fruto y convertirán Cáceres en el epicentro del turismo espiritual budista en Europa, pero empieza a hacer falta algo más de concreción.

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