![Guerras de 500 años](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202110/16/media/ramon_arcos.jpg)
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Dicen los historiadores que una guerra civil dura cien años. Sea corta o larga la contienda, tiene que pasar un siglo para que las heridas abiertas por el enfrentamiento cicatricen. En España faltan quince años para que se complete ese siglo desde el inicio de ... nuestra guerra; 18 si contamos desde su final. Pero es tal el encono que se percibe en algunos sectores que a veces da la impresión de que ni en veinte ni en otros cuarenta años que pasen habremos hecho las paces con nuestro pasado.
Me he acordado estos días de esta reflexión que hacen quienes estudian la Historia porque alrededor del 12 de octubre, nuestra fiesta de la Hispanidad, ha vuelto a plantearse la idea de si España debe o no pedir perdón a los países iberoamericanos por lo que se llamó tradicionalmente la conquista. Vuelta a derribar estatuas de descubridores/conquistadores y vuelta a desenterrar agravios para alimentar el nacionalismo.
En esta ocasión el asunto lo puso sobre la mesa el papa Francisco con una carta en la que pedía perdón a México por los pecados cometidos por la Iglesia católica durante la colonización. Bien o mal interpretadas, las palabras del Papa levantaron una polvareda e hicieron preguntarse a muchos qué sentido tiene pedir perdón por algo sucedido hace 500 años. ¿A quién se le pide perdón, a los nativos muertos en las guerras desatadas por Cortés y quienes le sucedieron en la colonización del continente? Al hilo de este debate recurrente se pone también en circulación la idea de que todavía no se ha contado lo que sucedió. ¡Pues claro que se ha contado! Hay miles de libros que analizan en detalle el largo proceso de colonización, con sus luces y sus sombras. Cosa bien distinta es que haya muchas personas a las que les pueda la pereza y no tengan ningún interés en leer a los escritores que relatan esa historia. Siempre es más fácil repetir un tópico que buscar la verdad. O que abunden quienes prefieren hacer populismo retorciendo la historia.
La demonización de las figuras que protagonizaron la conquista lleva a situaciones tan curiosas como que el alcalde de Medellín saliese a la palestra para pedir a México que permita repatriar los restos de Hernán Cortés para enterrarlos en su pueblo. Teme el alcalde que si la furia anticonquista continúa se acaben profanando.
Quiero pensar que estos debates son más entretenimientos de polemistas desocupados que verdaderas preocupaciones de los españoles y de los americanos. Pero no deja de sorprender que mientras en España todavía tienen eco estas revisiones de lo que sucedió hace 500 años, en Inglaterra nadie se plantee que hay que pedir perdón a los Estados Unidos por la conquista y el exterminio de indios que la corona británica practicó sin demasiados remilgos. Como tampoco nadie se plantea que los franceses tengan que pedirnos perdón a los españoles por la invasión napoleónica y los fusilamientos del 3 de mayo que Goya inmortalizó hace 200 años.
Pero visto que le estamos dando vueltas a la historia que sucedió hace medio milenio, y que no somos capaces de consensuar un relato pacífico y ajustado a la verdad, no es de extrañar que no consigamos ponernos en paz sobre la guerra civil y la posguerra, sucedidas antes de ayer. Creímos que la Transición había servido para ello pero a la vista está que no. Quizá quienes hicieron la guerra sí firmaron la paz y pasaron página, pero no algunos de sus nietos, que, desde los dos bandos, pretenden no solo reescribir la historia, que también está escrita y desmenuzada, sino atizar al adversario político.
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