
Baluarte
Jacinto J. Marabel
Lunes, 7 de abril 2025, 07:34
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Jacinto J. Marabel
Lunes, 7 de abril 2025, 07:34
Badajoz es la ciudad de España con más calles dedicadas a la Guerra de la Independencia. Alrededor del 20% del callejero está rotulado con hechos ... o personajes relacionados con esta etapa fundamental de nuestra historia. Por no hablar de las rotondas, paseos y jardines presididas por estatuas o grupos escultóricos que la recuerdan. En el bicentenario del conflicto se completó un barrio entero con nada menos que 37 vías dedicadas al mismo y el Ayuntamiento regaló un librillo a los vecinos con la loable intención de instruirles en los pormenores que daban nombre a la calle en la que residían. La inmensa mayoría fueron directamente al contenedor azul.
Hasta aquí no descubro nada nuevo. El despego absoluto de nuestros conciudadanos por la historia en particular y por las ciencias humanas en general es de sobra conocido, por lo que no voy a entrar en polémicas estériles sobre los oscuros intereses que fomentan la ignorancia. Creo, como Kierkegaard, que la vida solo se comprende hacia atrás, pero se vive hacia adelante y el pasado únicamente se repite en la mente de quien no lo conoce. Por eso, todos estamos obligados a estudiar la historia y a entresacar sus provechosas lecciones.
Las del primer cuarto del siglo XIX fueron tan numerosas que no hay espacio en esta columna para detallarlas. Tampoco para contar las veces que el destino del mundo se jugó en Badajoz. Por la capital de Extremadura pasaron los ejércitos de media Europa y gran parte de América, incluidos oficiales canadienses. Aún recuerdo a una eminente jurista de la Corte Suprema de Québec, a la que hice de guía hace un par de años, acariciar emocionada los baluartes tomados con sangre por sus antepasados. Los acontecimientos de aquellos días dejaron una huella muy profunda en los países que intervinieron. Por eso, salvo para algunos colectivos ciudadanos, el pasado de Badajoz interesa más fuera que dentro.
Algún día habrá que hacer un homenaje a las asociaciones ciudadanas. Existe una tradición participativa ciertamente admirable y digna de estudio en la ciudad. La iniciativa de los vecinos ha sido el germen de todas las fiestas que se celebran en la actualidad, consolidadas con los años gracias al empeño de un reducido grupo de entusiastas. Así, fueron apenas cuatro los que rescataron el Carnaval, algunos menos los que organizaron Almossassa y bastó uno solo, el Gran Wyoming, para llenar los autobuses que vinieron a reivindicar el origen de Los Palomos, hoy referente del colectivo LGTBI dentro del panorama nacional.
Los albores de la Edad Contemporánea, por lo que representan para Badajoz, merecían también desde hace tiempo su fiesta. Y tuvo que ser de nuevo un colectivo, la Asociación Histórico Cultural de Recreadores Baluarte, con Juan Carlos Romero a la cabeza, quien finalmente lo hiciera posible. Robando tiempo al trabajo y a la familia, los recreadores han derrochado esfuerzo y generosidad para que los badajocenses comiencen a valorar su historia. Al menos, la historia que hay tras el rótulo de la calle donde viven.
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