De Ibiza se han dicho muchas cosas y, posiblemente, todas sean ciertas. El avión ya incomodó. Cuatro hombres musculosos, morenos y tatuados daban una clase magistral sobre defensa legal y cocaína: «para tener sexo seguro hoy en día no hay que usar condones, hay que ... grabarlo con el móvil». Se hace difícil no incurrir en contradicciones con otros delitos. En su cabeza tendría sentido. La película 'Minority Report', protagonizada por Tom Cruise, propone una sociedad que ha desarrollado un sistema para detener a los criminales antes de que cometan el crimen. Así, los cuarenta y cinco minutos de viaje de cualquier pasajero se pudieron resumir entre la emoción de un chiquillo y echar de menos al bueno de Tom.
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Ibiza tiene de todo y para todos, si tienes dinero. Existe un trabajo que se llama «conseguidor»; su función es variopinta: consiste en reservar mesas en discotecas a última hora para determinado cliente VIP, llevar un guepardo a un barco a las tres de la mañana o contratar a un actor disfrazado de Darth Vader y a otro de Spiderman para hacer el 'crossover' definitivo en directo. Cosas de millonarios. Paris Hilton se gastó una millonada en enterrar a su cabra al lado de Marylin Monroe y Elton John exigió flores naturales por todos los lugares que él pisaba. Si la vida fuera una película de Richard Curtis ('Love Actually', 'Bridget Jones'), ambas estrellas se habrían encontrado en la isla el día de la muerte del opulento animal y Elton John habría transformado toda la isla en un tanatorio.
Por otro lado, si eres clase media (como la mayoría de turistas que van), lo que la isla te ofrece es poder ver a un rico en sus peores momentos y reparar en lo que jamás podremos comprarnos. En esencia, se trata de un lugar de cuento lleno de gente que quiere vivir como un rico durante unos días, dejando una ristra de evidencia fotográfica a su paso. No hace falta ser rico para vivir como uno.
Este opulento estilo de vida no necesita de mucho dinero para ser vendido en cualquier red social, tan solo hay que alquilar un barco entre quince personas para amortiguar el golpe económico y hacer botellón en un piso. 'Spoiler': los botellones no son glamurosos. No hay fotos de ellos. Los 'millennials' hemos aprendido que las fotos en un botellón es mejor dejarlas en Tuenti por el bien de la dignidad.
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Siendo una isla cuya fuente principal de ingresos es el turismo, si un particular alquilase su piso a un trabajador para todo el año, perdería dinero. De esta forma, encontrar camareros de temporada alquilando furgonetas para vivir dos meses se ha convertido en lo normal. No debemos subestimar todo el lujo que un metro cuadrado te puede proporcionar. El lujo es una mentalidad. Lo rompedor a última hora, lo hípster, el último grito de la vida bohemia ibicenca es dormir en un coche, en una bañera o en una tienda de campaña.
Con todo, uno volvería a ir. Si se consigue ignorar, por un momento, que la mitad de la 'vecchia' Italia veranea allí y que los ingleses gritan, se queman y beben más que lo anterior mencionado, la serenidad de sus puestas de sol no tarda en aparecer.
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