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Inglaterra nos invadió por la boca
Diario de fronteras ·
Estudiar inglés ha sido la eterna promesa de las altas esferas para un pueblo llano con altas aspiracionesJavier Cruces
Viernes, 31 de marzo 2023, 08:57
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Diario de fronteras ·
Estudiar inglés ha sido la eterna promesa de las altas esferas para un pueblo llano con altas aspiracionesJavier Cruces
Viernes, 31 de marzo 2023, 08:57
Es de común acuerdo en el país de la titulofilia que sacarte un C2 Proficiency de Cambridge tiene más mérito que haber vivido diez años en Bristol, cuando no hay nada más inglés que hacer la compra en el Tesco, tomarte unas pintas en el ... bar de un equipo en día de partido y la 'oyster card' del metro, entre otros clichés de sobra manidos.
Me entusiasma imaginar a esta institución bajo el mando de una señora mayor con miopía, en un despacho lleno de gatos antipáticos y tazas de té; muy 'british'. Algo así como Dolores Umbridge en Harry Potter.
Hace veinte años, si decías que tenías el B2, te ponían caras; al extremo, alguien te recomendaba hacerte un chequeo. Ahora, hay cursos para jubilados y podcast relajantes para no natos narrados con el pulcro acento de Cambridge, que viene a ser un vallisoletano con aspiraciones imperialistas.
Pero ¿de qué estamos hablando, realmente? Tradicionalmente, se ha pensado que cuando algo es demasiado bueno para ser cierto, es todo lo contrario. ¿Tener un First o un Advanced te promete hablar inglés? No. ¿Te asegura un trabajo? Tampoco. El título de Cambridge, en lo individual, serviría como noción aproximada del nivel de inglés de una persona. En conjunto, a escala nacional, hemos asimilado y fomentado estos títulos a modo de auditoría externa para acreditar que el español medio sirve para algo, debido al complejo de inútil que tiene en Europa.
Estudiar inglés siempre ha sido la eterna promesa de las altas esferas para un pueblo llano con altas aspiraciones; una especie de clasismo educativo que coloca en un escalón superior a los bilingües y mira condescendiente a los que únicamente trabajaban con su lengua cervantina.
La idea original es acertada: saber varios idiomas te da más amplitud laboral. Nada que objetar. El inconveniente aparece cuando conviertes la solución en el problema: el bilingüismo ha penetrado en las aulas. Las asignaturas ahora serán History, Science, Arts y demás terminología angla. Felipe II, a partir de ahora, será conocido como Philip II y, en ciencias, muchos estudiantes no sabrán qué es una eucariota. En general, todos sabrán decir: 'what time is it?' y 'very well', Maribel, pero no entenderán por qué no consiguen levantar un cuatro en un examen. Quizás, lo entiendan, pero no hay alternativa a la educación pública sin dinero.
Y, qué se yo, tener que pagar clases particulares de inglés a la fuerza hace que la educación pública sea menos pública. Aunque, si tenemos en cuenta que existe una universidad pública que cuesta más de mil euros al año y subiendo, hace que el adjetivo pierda su sentido. Es como decir jamón muchas veces seguidas. Si repitas pública muchas veces, al final sale privada.
Me quedo con lo que dijo un amigo, en una charla simpática sobre por qué a los españoles se nos da tan mal esto del inglés y él lo solucionó diciendo que somos el chiringuito playero de Europa y que ese es el inglés que se nos enseña: el de poner cafés a los europeos de bien. El mayordomo de un millonario que terminó creyéndose su igual.
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