El amor en los tiempos de Sánchez no es casarse con el presidente y que te den una cátedra. Tampoco lo es casarte con la nobleza y, no sé, bailarte un chotis. Todo eso pertenece a la tradición: películas de vaqueros, Ramón García, Furor; otros ... tiempos. El amor de hoy es fluir. Que la cosa 'fluya' se ha convertido en el nuevo compromiso de estraperlo. Querer sin que se note. Mostrar interés, pero no demasiado. Estar disponible, pero no contestarle. Necesitar escribirle y, en su lugar, subir una 'story' en una discoteca, por ejemplo. El amor de hoy pasa por tergiversar la seducción convirtiéndola en una manipulación socialmente aceptada. Pasa, en rigor, porque todos nos convirtamos un poco en sociópatas del eros o hijos de puta sin más.
Publicidad
Hace unos días, hablaba con una amiga sobre por qué le gustaban los malotes y puse de ejemplo 'Top Gun' y 'Grease': «Vaya dos cabrones. Estaban buenos». Yo le di la razón porque es legal dudar de tu heterosexualidad con un Tom Cruise de 24 años. «A las mujeres nos gusta un chulazo porque cuando nos trata con indiferencia, saca a relucir inseguridades. Después, necesitamos que ese mismo tío nos valide». Yo la miraba fumar. «A vosotros os pasa igual. Tenéis la autoestima de un pistacho y no os atrevéis a entrarle a la que os gusta de verdad». Le dio un trago al vino. Tosió. «Os vais con cualquiera y cuando veis que no os convence del todo, desaparecéis. No tenéis responsabilidad afectiva».
A mí, estos conceptos me dan el día. Responsabilidad afectiva viene a ser la sinceridad de toda la vida antes de que empezásemos a inventar terminología nueva como vínculo sexo-afectivo o curving (marear la perdiz) para profesionalizar costumbres de sábado por la noche.
Toda esta parafernalia dialéctica se crea como respuesta a nuevos movimientos sociales. Nuevas tendencias necesitan palabros acordes, por eso ya no usamos 'dabuten' y tóxico se ha vuelto recurrente. Los protagonistas de la transformación del amor son, entre otros, Tinder y Bumble, hogar de personas que se describen en sus perfiles como «hoja movida por el viento» y disparan humor muy fino al estilo de una taza de café: sonríe, que yo invito o buscando piloto que sobrevuele esta nave.
Publicidad
Con todo, debemos reflexionar si el culmen del amor en los tiempos de Sánchez descansa (o no) en el miedo a descubrirse. Que las redes sociales hayan forzado un ritmo contraproducente que haga que, en la época del destape, la gente evite desnudarse (emocionalmente) solo nos puede hacer recordar con cariño los tiempos de los números de teléfono en servilletas. Y eso, amigos, no estaba tan mal.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.