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Opinión

El Corpus, entre la liturgia católica y la escenografía popular

En Helechosa de los Montes los 'diablucos' ponen el toque profano a la celebración religiosa. Desde la perspectiva de los actores, la fiesta del Corpus se interpreta como la lucha del bien (Eucaristía) contra el mal (diablucos/el pecado)

Javier Marcos Arévalo

Jueves, 30 de mayo 2024, 08:30

Las principales fiestas cristianas del calendario católico transcurren entre 40, 50 y 60 días. Por ejemplo, cuarenta días separan la Natividad de la Purificación, cincuenta la Natividad del inicio de la Cuaresma, y sesenta distancian el Domingo de Resurrección del Corpus Christi. De tal manera ... la Iglesia establece y regula el tiempo situando las fiestas importantes en momentos de transición.

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La celebración de la fiesta del Corpus en Extremadura, conocida también como 'Día del Señor' o 'Día de la juncia', adopta varias modalidades. Una, la más extendida, responde al modelo oficial y más institucional. Es la que se reduce, básicamente, a la celebración de una misa y una procesión que discurre, con la Custodia como eje de atención, por un itinerario localizado en torno al centro de la ciudad. Cuando en poblaciones de pequeño tamaño existen dos zonas claramente diferenciadas la procesión transcurre el 'Día del Señor' (Jueves) por una parte y la de la 'Octava' (ocho días después) por la otra, y al año siguiente a la inversa. La fiesta-procesión de tal modo cumple la función de integración no solo de los diferentes segmentos sociales, sino también de las distintas circunscripciones socioterritoriales (los barrios).

El ritual tiende a representar la estructura social de la «communitas». Así, la procesión del Corpus Christi reproduce la estratificación social y refleja el orden jerárquico de los sectores que integran la comunidad: el clero, la autoridad civil, militar y judicial, así como del resto de los grupos que constituyen sociológicamente el «pueblo». El espacio que ocupan en la procesión los representantes de las instituciones, las asociaciones religiosas, las hermandades y otros colectivos está cuidadosamente ordenado en función de los estatus, las posiciones sociales y el rango que se ocupa. La relevancia social de los individuos y los colectivos puede apreciarse en función de su proximidad o lejanía respecto a la Custodia. Es decir, desde una perspectiva espacial se replica una imagen aproximada de la diferenciación que suele mostrar la estructura social. De tal suerte la fiesta expresa, en contraste por ejemplo con lo que ocurre durante el carnaval, la dimensión simbólica de lo social; porque ritualmente «revela» el perfil del sistema comunitario. Los niños y niñas de Primera Comunión, debido a su especial estatus ceremonial, ocupan un lugar privilegiado.

En el modelo tradicional, el itinerario de la procesión suele adornarse «de monte» (ramas de castaño, nogal, brezo, eucalipto) y el suelo se cubre de juncias, helechos, hinojos, tomillo, romero y otras plantas olorosas que especialmente se reservan para 'vestir' los altares que se disponen a lo largo del recorrido. En ocasiones, sobre el pavimento de las calles por donde transcurre la procesión, con tizas, sal, serrín y otros materiales se realizan cromáticos motivos religiosos y floridas alfombras a modo de «arte efímero» (San Vicente de Alcántara, Puebla de Alcocer, Jerte, Zafra…). La versión más singularizada de la fiesta del Corpus, la menos estandarizada y de mayor exotismo, distensión y teatralidad, se circunscribe en Extremadura a las comarcas de La Siberia y El Jerte. Y adquiere relevancia en Tornavacas, Portaje, Fuentes de León, Puebla de Alcocer, Peñalsordo, etc. En sus trazos algunas fiestas del Corpus conservan rasgos de una añeja estética popular (máscaras, disfraces, botargas, danzas, coplas, combates rituales, personajes grotescos, arcos vegetales, etc.). En Tornavacas la cofradía del Santísimo Sacramento cubre las puertas, fachadas y bocacalles con plantones de fresno; se levantan arcos florales y los balcones se recubren con sábanas de lienzo. En Fuentes de León el Corpus y el Domingo de Octava lo organiza la Cofradía Sacramental. Un guión y seis danzantes bailan dentro y fuera del templo. Los «seises» del Santísimo, con vistosos cascabeles en las tobilleras de cuero, verifican el mismo ritual durante la «danza vieja» y la «nueva». La peculiaridad del Corpus en Puebla de Alcocer se debe a la «madrina», que lo es por «manda» (promesa), y quien se encarga de dirigir el canto de las «coplas de la Aurora. Los jóvenes cantoresse detienen en los cantones (esquinas) y toman el tradicional 'chapurrao'. Una de las más extravagantes fiestas del Corpus y su Octava en Extremadura, con gran potencial turístico, se celebra en Peñalsordo. Aquí la homogeneidad reglada por la superestructura eclesiástica se relaja significativamente. La fiesta corre a cargo de la Hermandad de Soldados del Santísimo Sacramento, cofradía estructurada jerárquica y militarmente; porque el Corpus se vincula a un hecho histórico-legendario de carácter bélico supuestamente acaecido en el siglo XVI. La memoria popular asocia indistintamente hechos históricos y elementos fabulosos. Característico de la fiesta es el sincretismo de pintorescos ingredientes que estimulan los sentidos: colores, música, danzas, mojigangas, 'bandear' banderas, castillo humano, caballerías engalanadas, 'alcancías' de caballitos de mentirijillas, 'vacas-toras', personajes singulares, indumentaria extravagante, etc., que fusionan lo profano con lo sagrado. En Fuenlabrada de los Montes la fiesta la organiza la cofradía del Santísimo. Tradicionalmente se celebra el 'Día del Señor Grande' (Corpus) y el 'Día del Señor Chico' (Octava). Protagonistas son los 'diablillos', personajes identificables por los tridentes que portan y por ir revestidos con trajes negros con ribetes rojo, rabo, cuernos y gorro del mismo color. En Helechosa de los Montes, donde el Corpus y su Octava tiene mayor vigencia, los 'diablucos' ponen el toque profano a la celebración religiosa. Las mefistofélicas figuras se atavían aquí con mono de una sola pieza, con ribetes y botonadura en negro, largas orejas y un rabo rojo. Cubren su cara con una careta que representa al diablo. En la misa, durante la consagración, tocan las castañuelas y el tambor. En la procesión, carátula en el rostro, danzan delante de la Custodia hasta llegar a los altares, los que huelen y delante de ellos realizan piruetas, burlas y desplantes. Desde la perspectiva de los actores, la fiesta del Corpus y especialmente la procesión se interpreta como la lucha del bien (Eucaristía) contra el mal (diablucos/el pecado).

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