¿Qué ha pasado hoy, 16 de abril, en Extremadura?

Cuando suceden tragedias, ya sean en sucesos violentos o accidentes de tráfico, la sociedad, aunque acostumbrada a ellos, se conmociona y reacciona con estupor e ... incredulidad durante unos días. El tiempo imprescindible hasta que la vorágine de la actualidad trae otra situación que llame más la atención. Si a estos hechos relevantes se les adoba con el ingrediente de la juventud y cercanía, se magnifican, tocando esa fibra sensible que, afortunadamente, la mayoría todavía poseemos. De inmediato se buscan culpabilidades, mirando siempre a nuestro alrededor, sin reparar en nuestra responsabilidad como sociedad. La familia, tradicionalmente, ha sido la base de esa torre de naipes que es la sociedad; si esta falla, la torre se derrumba. Ante esta situación palmaria deberíamos preguntarnos qué es lo que sucede. Es incomprensible que en la sociedad de las comunicaciones, de la Inteligencia Artificial, puedan acaecer situaciones tan primitivas como las vividas últimamente. ¿Qué no estamos haciendo bien? ¿Qué estamos dejando de hacer? Es inaudito, y personalmente yo me culpabilizo de situaciones que vivo con mis nietos que hace unos años eran impensables. Esa mala contestación, el estudio, el no comer ni dormir si no hay móvil o pantalla de por medio, es aceptada con naturalidad por los padres. La sociedad de la informática nos ha dejado grandes logros, pero también contraindicaciones, a veces con resultados irreparables. Los males de la sociedad actual se pueden resumir en tres palabras: respeto, responsabilidad y educación.

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Es un hecho lamentable, pero real, que haya padres que no puedan con los actos de sus hijos, que campan a sus anchas sin freno. «No es fácil ni importante volver al pasado y reabrir las cicatrices de allí. La única justificación es saber que ese conocimiento me va a ayudar a entender mejor el presente». (Paulo Coelho) Se entiende mejor el presente si miramos hacia atrás y recordamos que con tan solo una mirada se reprimía alguna travesura; el respeto que se tenía al maestro de escuela. La mili, una pérdida de tiempo para algunos, nos enseñó disciplina, compañerismo y patriotismo.

En la sociedad actual todo se aprende de la calle, en el ordenador, tablet o móvil. En algunas familias, los padres deben trabajar para salir adelante, robando un tiempo primordial a la educación de sus hijos. Los 'profes', aunque le pongan todo el empeño y dedicación del mundo, no llegan a lo que se les exige. El Estado, que debería ser el garante de todo lo que se les demanda a los jóvenes, se olvida de ello. ¿Qué ilusiones, qué futuro tienen en la actualidad nuestros jóvenes? Todos deberíamos reflexionar y, desde la familia,llegar a los que promulgan las leyes, no consensuadas con la mayoría social, mal enfocadas, encaminadas al fracaso o al incumplimiento y creando con ello las lamentables situaciones que vivimos un día sí y otro también.

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