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Las bondades del automóvil
Joaquín Cuadrado Carreras
Miércoles, 8 de mayo 2024, 08:01
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Joaquín Cuadrado Carreras
Miércoles, 8 de mayo 2024, 08:01
A nadie que posea un automóvil le sería fácil vivir sin él. ¿Ha pensado alguna vez la gran dependencia que nos ha creado? Este elemento, actualmente tan denostado, cambió la sociedad, acercando las culturas, los pueblos y sus gentes. Indudablemente, es el transporte terrestre más ... utilizado y demandado. Los viajes que en otras épocas se convertían en una tortura de semanas a lomos de caballos, asnos, o en el mejor de los casos, carruajes tirados por estos u otros animales. Actualmente, en cuestión de horas, se realiza el mismo trayecto con comodidad. Nada ha reportado tanta libertad e independencia a la sociedad moderna como el uso del automóvil. En nuestra niñez y pubertad soñábamos con la llegada de los 18 años, para, entre otras cosas, acceder al cartón rosa que nos permitía conducir. Cuántas asignaturas, reválidas o accesos a la universidad han sido posibles gracias al acicate del carné. También en el medio rural sirvió para animar a los jóvenes. Con él en la cartera, tenían más fácil el trabajo si decidían dejar el pueblo y emigrar. Que poco se tiene en cuenta en la vorágine independentista actual el sacrificio de miles de «charnegos», en trabajos rechazados por los nativos, que ayudaron a hacerles lo que actualmente son. Este éxodo propició, en gran parte, el boom del automóvil. En la década de los 70 comenzó realmente la motorización española. Hasta entonces solo unos cuantos afortunados de posición alta pudieron adquirirlo. El buque insignia de este proceso en España fue el entrañable 600, el primer coche de fabricación española con patente italiana. Más tarde del 4L, Simca 1000, Seat 850 y así cientos de modelos, de todo tipo, hasta los actuales eléctricos. Ellos han propiciado una profunda transformación física, psíquica, ecológica, económica, social y cultural en los países industrializados, entre los que nos encontramos. Convirtiéndose en el segundo bien más preciado de la clase media, después de la vivienda. En la actualidad, cada vez va teniendo menos adeptos entre la juventud urbanita. Primero, esta desgana va en paralelo a las restricciones de su uso, en mor de una ecología radical, impuesta desde la Unión Europea. Medidas contra el cambio climático, que se relajan según los intereses de los países miembros, y Alemania es uno de los países más beligerantes. En la actualidad, con su escasez de gas y petróleo, ha vuelto a las centrales de carbón, y ha presionado para que Europa comience a tener en cuenta la energía nuclear como una alternativa de energía limpia. Segundo, la mejora de los transportes públicos en grandes urbes, las subvenciones y la aparición y el uso masivo de vehículos baratos, patinetes y bicicletas, han hecho prescindible la necesidad de coche. Para viajes largos la moda está en compartir coches y gastos. Los bolsillos no están para grandes dispendios, con las tasas de desempleo y la prioridad de disponer de una vivienda digna.
En ciudades de tamaño medio, como Cáceres, Mérida y Badajoz, el coche todavía sigue siendo el elegido para desplazamientos urbanos. Un grave error que deberíamos subsanar con el uso del transporte público o con veinte saludables minutos caminando. La verdad es que en nuestras ciudades no hay distancias, y el abuso del coche comienza a crear dificultades de movilidad, perdiendo con ello una de sus bondades. Donde su uso sigue siendo imprescindible es en lo que llaman la Extremadura vaciada, para mí, la Extremadura llena-neveras. Los que sabiamente han decidido quedarse necesitan utilizarlo para ir al campo, para llevar el enfermo al centro de salud de referencia, para comprar medicamentos, en viajes a la ciudad, para el divertimento, para visitar y llenar el frigorífico de los que se fueron, o para comprar artículos que no llegan al pueblo, y como no, para veranear como veraneamos todos. De vez en cuando, me habrán leído en estas páginas comentar las contraindicaciones del coche. Sopesando sus pros y sus contras, que las tiene, hoy, me quedo y comparto con ustedes sus bondades.
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