Uno de los factores intervinientes en los accidentes de tráfico es el atmosférico. En los meses húmedos, cuando el hombre o la mujer del tiempo nos dan las previsiones climatológicas: lluvia, niebla, nieve, hielo o viento, su coletilla final suele incidir en pedirnos prudencia si ... vamos a conducir, con toda la razón del mundo. La prudencia y la adecuación de la velocidad nos pueden librar del accidente ante las condiciones adversas. Sin embargo, olvidan el consejo cuando anuncian un espléndido sol y el consiguiente calor. El astro rey, solo y también en concomitancia con otros factores, también causa problemas al volante. Los rayos solares, que a ciertas horas del día se cuelan irremisiblemente salvando el parasol, inciden en nuestros ojos, causándonos unos segundos de ceguera. Suficientes para no ver y atropellar al peatón que cruza, o colisionar en un adelantamiento con el vehículo que se aproxima. Existen en el mercado parasoles especiales. La mano como visera puede ayudar, pero con el inconveniente de que se abandona el total control del volante. Mal asunto. Unas buenas gafas de sol también alivian el problema. Siempre en todo momento y lugar del tráfico, deberíamos circular con las luces encendidas. En esta situación es imprescindible. Con ellas nos verán mejor los conductores deslumbrados cuando adelantan. Se cree que detrás de la reiteración de choques frontales en la variante de La Albuera puedan estar los deslumbramientos. Lo mejor, lo seguro, una parada en sitio permitido, unos minutos de descanso, con café o refresco en mano, y esperar a que suba en el amanecer, o baje en el ocaso, el amenazante astro. El resultado de su presencia cuando llegan estas calendas es el calor, sin duda alguna, también, enemigo del conductor.
Recordarán esos viajes de madrugada para evitar las horas en las que la canícula hacía peligrosa la conducción por la nacionales de entonces. Los avances tecnológicos, permiten contar, en los viajes actuales, con la comodidad y seguridad del aire acondicionado o el climatizador que debemos usar con moderación en bien de nuestra salud. Este confort puede propiciar superconductores indemnes al cansancio. Error que lleva a la somnolencia. Con ella, puede ser una fatal realidad la salida de la via o la colisión frontal. Afortunadamente para la salud, no tanto para nuestros agricultores, el consumo de tabaco ha disminuido. Una colilla candente o un envase de cristal tirado por la ventanilla, pueden provocar un lamentable incendio. «Cuando un monte se quema, algo suyo se quema». Con el peligro añadido de la posible distracción del conductor en la tarea de sacar y encender el cigarrillo.
Detrás de los pequeños detalles, por nimios que parezcan, puede haber peligro e incluso sanción. Como por ejemplo las chancletas de playa que se sostienen en un solo dedo. Si hay que pasar, en un peligro súbito el pie, del acelerador al freno, puede causar una colisión. Si tras el golpe actúan las fuerzas encargadas de la vigilancia del tráfico, es posible que multen aplicando el artículo 18 del Reglamento General de la Circulación. Es una situación idéntica a la de beber, comer, o cualquier otra tarea manual, al volante, que conlleve peligro. Al hilo del beber, una inofensiva botella de agua vacía, olvidada en el habitáculo, con el sol haciendo de lupa, con ayuda del cristal, puede causar un incendio. Amén de que beber después de darle el sol a la botella quizás nos amargue el viaje, la llamada diarrea del viajero. Es sangrante dejar niños, mascotas, o cualquier otro animal, encerrados en un vehículo expuesto al sol, aunque solo sean un par de minutos. Parece mentira, pero es una circunstancia lamentable que se repite cada verano con funestas consecuencias.
Otra contingencia que puede darse es el reventón de un neumático. Hay una creencia general culpando al exceso de presión. Craso error. La poca presión produce más rozamiento con el asfalto, una mayor dificultad al avance. Todo ello conlleva un mayor deterioro del neumático, con un aumento en el consumo de combustible. La presión idónea es la recomendada por el fabricante, siendo aconsejable con calor y con carga, rodando a la velocidad establecida en autovía un aumento de 0,3 bares, unos 200 gramos.
En esta época del año, sobre todo por estos parajes, es demasiado frecuente pasar noches toledanas por mor del calor, adobado por el ruido infernal de motocicletas con escape libre o por las notas musicales macarras que salen de las ventanillas bajadas de vehículos con conductores poco cívicos. También las terrazas hosteleras echan leña al fuego acústico. Con todo nos levantaremos cansados. Cuidado especial si nos espera un largo viaje. Una parada cada dos horas de conducción es justa y necesaria. Antes si comienzan los bostezos y el peso de los párpados.
Pasamos de la seguridad al bienestar, no podemos olvidar la temperatura interior a la que puede llegar un vehículo expuesto al sol. Un supuesto 'truco japonés', con base científica, ayuda a bajarla. Con la ventanilla del copiloto abierta, abrir y cerrar repetidamente la puerta del conductor, realizando la operación varias veces, bajaremos la temperatura interior. El cambio de presiones que se produce dentro del habitáculo permite vaciar el aire caliente por la ventanilla abierta, entrando aire nuevo más fresco por la puerta. Una vez dentro podemos poner el aire acondicionado a su máxima potencia hasta alcanzar unos 22 grados. Con esta razonable temperatura, por motivos de consumo, colocaremos el mando en la posición de recirculación. El compresor tomara aire, ya frío del interior y no fuego del exterior. Todo ventajas.
El verano y sus contraindicaciones y peligros para el tráfico. Téngalos siempre en cuenta y disfrutemos del verano. Si es que les gusta, si es que nos dejan.
Feliz verano.