La opinión pública sigue conmocionada por las terribles inundaciones sufridas principalmente en Valencia el día 29 de octubre de 2024 como consecuencia, entre otras causas, de una situación meteorológica que los especialistas denominan dana. Estas siglas designan a una «depresión aislada a niveles altos», indicando ... que tenemos una masa de aire frío, rodeada por aire más caliente, en los niveles altos de la atmósfera sobre una región que cubre miles de kilómetros cuadrados. Estas configuraciones provocan, en general, una gran inestabilidad atmosférica. No son situaciones habituales, pero tampoco son raras. El hecho de que desarrollen una devastación generalizada como la ocurrida recientemente en Valencia depende, además, de otros factores como, por ejemplo, la localización exacta de la masa de aire frío, la temperatura del mar o factores orográficos.
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Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad de Extremadura, del grupo de investigación 'Space & Earth Sciences' (SpES), y de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) hemos encontrado y estudiado un caso excepcional, que afectó gravemente a Extremadura, relacionado con estas situaciones meteorológicas que involucran depresiones aisladas a niveles altos. En una búsqueda sistemática de noticias de interés para las ciencias de la Tierra y del Espacio en antiguos periódicos de Extremadura, detectamos una gran cantidad de noticias funestas relacionadas con desastres meteorológicos ocurridos en junio de 1925. De hecho, una serie de tormentas impactaron de manera significativa a la región de Extremadura causando graves daños humanos, materiales y económicos. Extremadura, caracterizada por su variada orografía y grandes ríos como el Guadiana y el Tajo, experimentó intensas precipitaciones que provocaron inundaciones, rayos mortales y destrucción masiva en diversas localidades.
Las tormentas más notorias en las grandes ciudades se registraron en Cáceres, con fuertes lluvias y granizadas que inundaron calles y casas. En la tormenta del 7 de junio, un rayo provocó un apagón generalizado en esta ciudad, mientras que el 10 de junio, una breve pero intensa granizada dañó los recursos agrícolas y ganaderos. En otras localidades, como Zafra, Villalba o Bienvenida, hubo muertes debidas a ahogamientos y rayos. Higuera de Vargas registró la tragedia más grave, ocurrida el 18 de junio, con cinco personas fallecidas tras ser alcanzadas por un rayo.
Las tormentas también causaron extensas inundaciones en zonas como Segura de León y Ribera del Fresno, donde las aguas arrasaron viviendas, destruyeron campos y convirtieron pequeños arroyos en ríos caudalosos. Infraestructuras, como puentes y caminos, también sufrieron daños, dificultando el transporte y dejando algunas áreas aisladas. Cultivos y árboles quedaron destruidos en localidades como Alconera y Eljas, generando cuantiosas pérdidas económicas para una región dependiente de la agricultura. Además, numerosas cabezas de ganado murieron ahogadas o alcanzadas por rayos, exacerbando el impacto económico en las comunidades rurales.
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Estas tormentas de junio de 1925 subrayan los devastadores efectos del clima extremo en una región vulnerable, afectando tanto a la vida cotidiana como a la economía local. Esta situación fue provocada por una combinación de elementos poco común. La dana fue uno de los patrones prominentes durante junio de 1925. Además, se registraron valores muy altos de la energía potencial convectiva disponible y una abundante disponibilidad de humedad en la atmósfera combinadas con una fase negativa de la Oscilación del Atlántico Norte. Todo ello resalta la excepcionalidad del evento.
Alguna persona, poco informada, pensará que estos datos confirman que los desastres meteorológicos han ocurrido siempre y que por eso no debemos preocuparnos por las advertencias que hacemos los científicos sobre el cambio climático antropogénico que estamos viviendo en la actualidad. Los científicos somos los primeros que sabemos que los «desastres meteorológicos han ocurrido siempre» pues estudiamos su frecuencia y distribución espacial. Ante un tema tan complejo como la evolución del clima de la Tierra, la opinión pública debería estar mejor informada, atendiendo a los especialistas que dedican sus vidas a estudiar estos intrincados problemas científicos y a buscar soluciones para proteger a las personas y mejorar nuestra sociedad.
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Lo ocurrido en Extremadura durante el mes de junio de 1925 es un claro ejemplo de situaciones meteorológicas que son raras, pero que pueden causar un impacto notable sobre nuestros bienes, nuestras infraestructuras e, incluso, sobre nuestras vidas. Un aumento de este tipo de situaciones debido a los cambios que estamos introduciendo en el sistema climático sería muy perjudicial para nuestra sociedad. Además, nuestra dependencia de bienes e infraestructuras es muy superior a la que tenían nuestros ancestros hace un siglo. Ante el fracaso de las políticas climáticas, con EE UU fuera del Tratado de París, tendremos que empezar a trabajar seriamente en la adaptación al cambio climático, sin olvidarnos de las estrategias de mitigación. Lo ocurrido en Extremadura en junio de 1925 es un ejemplo de la valiosa información que nos ofrece la historia para afrontar mejor los desafíos del futuro.
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