Tras la reunión cumbre de Yalta celebrada el 4 de febrero de 1945 en Crimea, se sientan las bases del orden mundial surgido tras la ... finalización de la Segunda Guerra Mundial y fue el comienzo de la Guerra Fría que finalizó con la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Con la llegada de Donald Trump como nuevo inquilino en la Casa Blanca en enero y sus primeras decisiones, se marca un nuevo hito temporal que podría ser el comienzo de un proceso de análoga importancia. La sonora llegada del mandatario americano se realiza con unos modos y maneras inusuales hasta el momento y con un lema muy claro que ya venía repitiendo desde su primer mandato 'American first' ('América primero') que ha empezado a cumplir desde su toma de posesión. La claridad, desparpajo y resolución con la que ha comenzado su mandato le ha convertido en referente de atención mediática y política mundial, no exento de sorpresa, incertidumbre y eventual preocupación.
El orden liberal derivado de la Segunda Guerra Mundial ha logrado altas cotas de paz, libertad, bienestar y progreso como antes nunca en la historia. En este clima de bienestar han nacido y crecido en Occidente millones de seres humanos que tal vez no hayan sido conscientes del esfuerzo que esos logros supusieron, el coste para conseguirlos y mantenerlos, y la necesidad de perpetuarlos y defenderlos. En este proceso todos hemos sido responsables de la pérdida de perspectiva de la realidad en la que se ha vivido, que paulatinamente ha ido entrando en declive. Y ha producido flacidez en los valores de la democracia liberal, debilitamiento del rigor jurídico, cuando no falta de respeto a las normas del Estado de derecho en el ámbito interno, y alejamiento de las normas del derecho internacional.
Internamente, la gobernanza de las sociedades occidentales en las últimas décadas y con independencia del signo ideológico de sus políticos, ha estado plagada de decisiones faltas de razón, ocurrencias alejadas del sentido común del ciudadano medio, que han ido generando adherencias en el sistema social poniéndole «plomo en las alas», arrastrados por una fuerza frente a la que oponerse podía tener el elevado coste de la «cancelación». Algo que podría tener relación con la conocida como 'ventana de Overton' y nos plantearía interesantes interrogantes sobre la relación de esta con los poderes económicos y tecnológicos supranacionales, muy especialmente con el control de las redes sociales.
Cuando todo ello ha producido pérdidas significativas de nivel de vida, merma del poder adquisitivo y verdaderos problemas de orden material básico como el trabajo, la vivienda o el encarecimiento insoportable de alimentos, provoca en los ciudadanos un profundo descontento y reacciones electorales «a la contra», movidas emocionalmente hacia opciones con mayor tersura, resolución y determinación, aunque no sean ideológicamente afines. Opciones que suelen ser más autoritarias o iliberales que propugnan soluciones rápidas y decididas y, en ocasiones, no con mucha pulcritud jurídica, propias de los populismos que están configurando toda una tendencia en Occidente. Con influencia en las últimas elecciones norteamericanas, las recientes en Alemania y lo harán en las que están por llegar en los demás países e, incluso, contribuirá a la reconfiguración de los perfiles de los partidos existentes.
Este proceso tal vez tenga su reflejo en la política exterior de los países afectados, que eventualmente producirá que la pugna entre Poder y Derecho como instrumentos básicos de ordenación social se decante en favor del primero, lo que indudablemente favorecerá a los económica y militarmente, más fuertes. Todo ello, incidirá de forma directa en el nuevo orden mundial que ha de sustituir al vivido tras la Segunda Guerra Mundial, y su extensión modificada, tras la desaparición de la URSS y del Pacto de Varsovia, que dio lugar al nacimiento de la Federación de Rusia y a la independencia de numerosos países bajo la órbita del antiguo Telón de Acero.
Los pasos dados por Trump tras el breve tiempo transcurrido desde que tomó posesión y las formas utilizadas, respecto al fin de la guerra en Ucrania y en Gaza, podrían ser indicadores de nuevos tiempos
El protagonismo de Trump en los grandes asuntos internacionales, la aproximación a Putin y su anuncio de diálogo con Xi Jinping, estarían apuntando hacia un orden basado en la hegemonía tres grandes potencias: EE UU, Rusia y China, y sus respectivas áreas de influencia, en el que la UE no jugaría en esa liga y quedaría como potencia regional. Trump ha optado por aproximarse a Putin para el logro de sus objetivos internacionales y alejar la posibilidad del fortalecimiento de los lazos de este con Xi Jinping a sabiendas del coste en sus relaciones con Europa, e incluso el inquilino de la Casa Blanca podría haber ido más lejos teniendo en el radar de su política exterior escenarios que transcienden un nuevo orden mundial inminente y eventualmente esté pensando, también, en posicionarse para mantener el equilibrio de poder en Eurasia, impidiendo su control por una sola potencia o conjunto de potencias, con Rusia en el centro, que pudiera relegar a EE UU al papel de isla periférica.
Mientras tanto, China sigue con el cortejo de una Unión Europea que, si quiere participar en la primera línea de los juegos de poder mundial, inexorablemente tiene que lograr la unión política con autonomía estratégica y defensiva. Mientras tanto, la UE en general y España en particular, ha de pactar y no confrontar con ninguno de los tres.
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