«Hoy, cuando muchos lamentamos el fallecimiento de Helga de Alvear, me siento satisfecho por haber confiado en una persona como ella, que ha dado un importante impulso a la ciudad de Cáceres»
Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente de la Junta de Extremadura
Lunes, 3 de febrero 2025, 12:22
Seguramente se estará confundiendo con el Universo. O estará pidiendo espacio para una exposición celestial.
Su nombre y su museo cacereño son ya bien conocidos. Ya se sabe que Helga de Alvear fue una coleccionista de arte contemporáneo. Se sabe ahora, pero se desconocía su existencia por estos lares a excepción de aquellos que poseían un conocimiento especial de ese mundo. Uno de esos expertos se llamaba José María Viñuela, desgraciadamente fallecido en 2022. Viñuela era el alma que acompañaba y asesoraba a la galerista. Por él supe que Helga tenía interés en mantener una reunión conmigo por mi condición de presidente de la Junta de Extremadura. No lo dudé. Concertamos la fecha y mientras tanto procuré enterarme de la existencia de la tal Helga.
Supe que su familia mantenía el liderazgo mundial en la fabricación de plásticos a través de varías fábricas en distintos países.
Nada más sentarse en la sala de reuniones, creo que acompañada de Viñuela y de José, copropietario de Atrio, le indiqué las ventajas competitivas que podría aconsejar la instalación de una de esas fábricas en Extremadura. Extrañada por mi propuesta me manifestó que de esas cosas se encargaba su hermano. Ella aclaró que no solicitó la reunión para hablar de plásticos sino de arte contemporáneo.
Me narró su interés en conseguir que alguna institución pública creara un museo en el que alojar toda su obra que se contaba por algunos miles de cuadros. Había hecho esa propuesta en varios sitios del norte, el este y el sur de España. Nadie se comprometió a acometer el deseo de la galerista. Le pregunté por los lugares en los que lo había intentado y los enumeró, entre ellos, Vigo, Granada, San Sebastián...
Fue esa decencia la que me llevó a comprometer y satisfacer su petición. Acostumbrado a recibir a personas que trataban de vender sus proyectos como los mejores del mundo, me encuentro con alguien que no trató de vender un producto averiado, acudiendo a ese mensaje de «tengo una magnífica colección y me la quitan de las manos. ¿Si usted la quiere?».
Fue esa nobleza, esa sinceridad la que me impulsó a acometer la búsqueda o construcción de un espacio para poder alojar una colección que yo no había visto y que de haberla conocido no hubiera sabido valorarla.
Hoy, cuando muchos lamentamos el fallecimiento de Helga de Alvear, me siento satisfecho por haber confiado en una persona como ella, que ha dado un importante impulso a la ciudad de Cáceres, en contraste y como complemento de su importante e impresionante conjunto de murallas y torres defensivas, de su pasado romano, almohade y judío, de su arquitectura civil y religiosa y de su espectacular conjunto de palacios y casas nobles, únicos en Europa.
No sabía nada de arte contemporáneo. Me dejé guiar por mi intuición. Tantos años tratando y conociendo a tantas personas me enseñaron a distinguir la verdad de la mentira. Helga no falló. Extremadura, junto a Cáceres, llora por su fallecimiento y mantendrá ese excelente museo como recuerdo para siempre de su impulsora.
Helga era todo verdad. Los extremeños te debemos mucho y, por eso, ¡GRACIAS, HELGA!
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