Querido Santiago (y cierra España): He seguido con elevado interés tu convite con los Patriots, y hay varias cosas que me ponen en un trance ... o dilema. Si empezamos por el nombre, me surgen dos cuitas. La primera es que coincide con el de un misil, y a mi los misiles no me gustan mucho: si están parados, porque me recuerdan a los supositorios que en mi infancia los médicos recetaban a tutiplén, y que nunca me agradaron, y si están en vuelo porque tienen tendencia a reventar cosas y personas. La segunda es que nombrar con un barbarismo una cumbre de españolidad pura e inmaculada, pues que no me cuadra (yo le hubiese puesto Patriotas y olé).
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Pero es otro el enigma que me tiene en un sinvivir: ¿cómo determinarás si uno es patriota (y puede entrar a estos convites) o no? Si es cuota mediante, te pido que no sea alta, que ando de cash muy justito. Pero si lo que hay que pasar es una prueba de patriotismo, entonces seguro que me quedo fuera con un 'muy deficiente'.
Te cuento: en mi familia hay varios inmigrantes (entonces los llamábamos emigrantes) que se fueron a las alemanias, francias, suizas… como tantos extremeños. Algunas veces con papeles y otras no; algunas veces los devolvían a casa, pero ellos cogían de nuevo la maleta y ¡hala! a lo loco (qué remedio). Punto negativo.
Para ponerlo peor, en el análisis de ADN estoy seguro que me sale sangre musulmana, judía, gitana, celta, íbera (guay), y hasta tartésica y fenicia si me apuras. Punto negativo.
Y como guinda, no me gustan los toros. Ojo, querido Santi, no los odio, simplemente no me gustan, como tampoco me gustan el béisbol, las carreras de caballos o las tortillas de seso. Punto negativísimo.
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Pero antes de que me repudies y me envíes al infierno de los apátridas quiero, querido ¿Santi o Aby, cómo prefieres que te llame ahora que ya tenemos confianza?, hacer un último intento. Llámalo regalo, llámalo soborno o llámalo desesperación.
Te voy a enviar una cassette (creo que es lo que corresponde, ya que hablamos de cosas antañonas) con una canción de Víctor Manuel. Quizá no sea tu cantante favorito, no sé, pero es sobre todo por una estrofa que dice: «Cuando hablen de la patria/ no olviden que es mejor/ sentirla a nuestro lado /que ser su salvador./ Por repetir su nombre/ no te armas de razón,/ que aquí cabemos todos/ o no cabe ni Dios». ¿A qué te mola? Habla de patria, salvador, armas y Dios, igual que tú.
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También te voy a pasar un enlace de Youtube (Tutúser, en castellano) de una chirigota callejera gaditana Senderos Bochornosos, de 2019, con una copla llamada 'La grandeza de España'. Antes de que te vengas arriba, te resumo: empieza diciendo que España es un gran país con 40 millones de españoles. Pero luego aparecen los descartes: no pueden ser españoles ni los descendientes de musulmanes o judíos ni aquellos cuyo apellido no sea castellano cien por cien ni los catalanes (por supuesto) ni los homosexuales ni los celíacos ni los alérgicos al huevo (no aprecian la tortilla de patatas, tan española) ni los no católicos ni los que no les gusten los toros ni las mujeres (su capacidad de raciocinio les impide entender el concepto de patria), etcétera.
Así, les queda que España es un gran país con cero españoles de verdad. Eso sí, con ríos, lagos y bosques. Al menos hasta que llegue el cambio climático. ¿Ves? Otro lapsus imperdonable. Así no levanto el suspenso en patriotismo en mi vida. Qué pena.
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