El pasado domingo fue un día triste para aquellos que luchan por la defensa de la belleza y de todo lo que merece la pena conservar. Murió un tipo que creía en todo lo que decía, un tipo que se enfrentó a los burócratas, los ... mismos que siempre tenían razones para no acometer lo que aconsejaba la inteligencia. Y por eso le ponían la zancadilla, aunque, por otra parte, no pararan de elogiarle. Igual le sucedió con algunos progresistas e incluso con algunos ecologistas que ahora le lloran… Así es la vida, según parece: «Se murió. ¡Qué bueno era!».
Publicidad
Es cierto que a veces en su locura confundió molinos con gigantes, pero la vehemencia que exhibía a la hora de salvar lo bueno y lo bello de la destrucción de tanto moderno iluminado y de tanto político o académico idiota era tan lúcida que acabábamos por colaborar con él, a pesar de que en algunas ocasiones tuviéramos que hacer de Sancho Panza a fin de evitarle los quebrantos que intuíamos que habían de llegarle por parte de la gente principal.
En mi recuerdo permanece imborrable aquel día en que, durante nuestra época trashumante, tuve que dejar el rebaño por asuntos familiares y volver a casa. Al poco recibí una llamada telefónica de Marion que me decía: «Juan, vente para acá; Suso quiere destruir todas las cercas que vamos encontrando y solo tú puedes hacerle entrar en razón». Y sí, conseguí que me hiciera caso, de modo que continuamos denunciando y cortando únicamente aquellas alambradas y portelas con candado que invadían claramente la cañada.
También Olalla me recuerda la primera vez que coincidimos con él en Cercedilla. Era uno de los primeros encuentros del movimiento ecologista en España, cuando él empezaba sus primeras hazañas para salvar Monfragüe. Tomó la palabra y nos propuso a los presentes que arrendáramos todas las fincas de aquel entorno para evitar la barbaridad que pretendía hacerse con las repoblaciones de eucaliptos. Y lo planteó convencido de que, nada más salir de aquella asamblea, íbamos a hacerlo… De hecho, consiguió arrendar unas cuantas. Y es que es innegable que, a pesar de su idealismo, lograba cautivarnos a todos.
Publicidad
Tiempo más tarde, mientras luchábamos contra la central nuclear de Valdecaballeros se las ingenió para convencer a uno de los burócratas, que además era un alto funcionario de la Unión Europea, para abordar el Proyecto 2001 acerca de las cañadas y la trashumancia. Ese hombre se enamoró de tal forma de los relatos de Suso que, a medida que este le iba contando, él iba desbrozando la burocracia, hasta el punto de que el día en que Cesáreo Rey me confirmó que participaría con su rebaño de 3.000 ovejas en el proyecto, se concretó ese sueño en el que Suso nos había embarcado a sus amigos más cercanos.
Aquella aventura trashumante, de la que dieron cuenta diversos medios de comunicación y televisiones venidas de los más diversos países del planeta, merece por sí sola un relato cronológico y pormenorizado que espero poder escribir antes de que los achaques propios de la edad me lo impidan...
Publicidad
Después de nuestros viajes juntos a Torrejón el Rubio y Villarreal de San Carlos, llegó el día en el que le planteé que necesitaba un director general de Medioambiente para el gobierno de la Junta de Extremadura del que formaba parte. Primero observé el escepticismo de un tipo sin ambición. Luego, cuando entre varios amigos le convencimos de lo importante que podría ser que un equipo experto en naturaleza y medioambiente ocupara ese lugar antes de que nuevos burócratas se hicieran con él, empezó a darse cuenta de lo que aquello podría significar. «Adelante», nos dijo, e inmediatamente se puso en contacto con aquellos amigos que podrían ser útiles para lograr una hazaña que parecía casi un espejismo.
Esta aventura, ahora política, también se presta a ser novelada, pues está llena de anécdotas y enfrentamientos que nos crearon enemigos ―y no pequeños― en más de una ocasión. Tuve que dar la cara por él de vez en cuando ante mis «superiores», puesto que, aunque sabía defenderse muy bien, la diplomacia no era en verdad una de sus mejores virtudes. La envidia y los complejos que despertaban sus conocimientos, así como su espíritu libre, estaban siempre al acecho. A veces me tocaba imaginar los conflictos que se iban a avecinar y anticiparme a ellos, ya que él no podía creer que hubiera alguna gente tan mediocre y miserable en la vida política. Sin embargo, el clima de trabajo en equipo que habíamos creado en aquella Copuma era tan agradable y, a la vez, tan placentero que nos compensaba. Por si fuera poco, el hecho de que el equipo de fútbol de Medioambiente ganara al de Presidencia supuso una chulería que nos creó más de un problema…
Publicidad
De la mayoría de los conflictos provocados involuntariamente por Garzón salimos airosos gracias tanto a su humildad y generosidad como a su gran sentido del humor, hasta el punto de que ni siquiera sus adversarios terminaban de verle como un enemigo. La política que surgió de aquel equipo creó una atmósfera que hacía el trabajo grato y divertido, hasta el extremo de que ahora son muchos los que me sugieren que debemos pensar en un acto de homenaje a su memoria (ya daremos debida cuenta cuando corresponda).
Termino estas palabras en recuerdo de Suso Garzón resaltando la singularidad de la persona y, a la vez, del personaje, un amigo al que debemos tanto que nos faltan palabras a la hora de expresar nuestra gratitud por haber compartido tantas cosas con él.
Publicidad
La lucidez, el conocimiento, la independencia y la generosidad con la que Jesús encaró su vida personal, política y ecológica es un ejemplo para quienes quieran militar en estas luchas en unos momentos tan difíciles como en los que hoy hemos de transitar, plagados de amenazas por el resurgir de personajes totalitarios y violentos que anteponen sus ambiciones a lo que debería ser el interés general, el interés de quienes quieren el bienestar y la conservación de la belleza, así como proteger los recursos naturales necesarios para todos los seres que habitan el planeta Tierra.
Jesús, tu recuerdo permanecerá siempre en nuestra memoria. No será esto lo último que escriba acerca de tantos recuerdos compartidos.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.