![Jueces tiquismiquis](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202107/18/media/cortadas/rarcos-kh4-U140992126454RjG-1248x480@Hoy.jpg)
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A todo el mundo le sabe a cuerno quemado que los jueces no le den la razón. Lo mismo da que sea un pleito entre vecinos por el pago de la cuota de la comunidad que una demanda millonaria. A los gobiernos también les revienta ... que la justicia tumbe las resoluciones que toman. Tienen el convencimiento de que sus decisiones las adoptan pensando en el interés general y les contraría que los tribunales les pongan pegas. La diferencia entre los particulares y los gobernantes es que estos son un poder, el poder ejecutivo, y deberían saber modular, y hasta disimular, su enfado.
El Gobierno de España ha salido en tromba a decir que no le gusta la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estado de alarma. No solo no ha disimulado su malestar sino que ha rozado un terreno peligroso al querer desautorizar al TC. Mal vamos si los políticos consiguen convencer a los ciudadanos de que los jueces responden a intereses particulares, incluidos los ideológicos, a la hora de aplicar la ley.
En Extremadura tenemos pleitos colaterales sobre qué puede hacer un gobierno y qué no en asuntos que tocan a la restricción de libertades. El toque de queda decretado por la Junta para Plasencia, Jaraíz y Montehermoso el viernes por la mañana fue desautorizado tres horas después por el Tribunal Superior de Justicia, que estimó que hay medidas de limitación de aforos, horarios y actividades que pueden aplicarse antes de acudir al toque de queda. Y no limitan libertades fundamentales.
Tampoco a la Junta le ha gustado este revolcón y tampoco lo ha disimulado. Discrepa y cree que el toque de queda era el mejor instrumento para controlar los contagios. Se quería acabar con el botellón porque se estima que es el lugar donde más y mejor se transmite el virus.
Y estoy segura de que hay más ciudadanos de acuerdo con la Junta que con el TSJEX. Especialmente los padres con hijos adolescentes. «Por fin puedo dormir tranquilo», he escuchado mas de una vez a padres y madres en los 'felices' meses del toque de queda. Progenitores por fin liberados de las discusiones con los hijos por la hora de llegada a casa; relajados porque no tienen que decidir si creen o no a sus adorados retoños cuando les dicen que sus amigos sí beben alcohol, pero ellos no. Y mucho menos conducen con dos copas encima.
El toque de queda era la pastilla de dormir, mágica y sin efectos secundarios, para los adultos a los que irse a casa a las once de la noche no les trastoca la vida, sino que se la facilita.
El toque de queda fue esta semana la calle de en medio por la que ha tirado la Junta para atajar el incremento de contagios por la vía rápida. Muerto el botellón, se acabaron las concentraciones de jóvenes a altas horas de la madrugada y el riesgo cierto de que la pandemia se expanda todavía más.
Pero resulta que la libertad de poder estar en la calle a las cuatro de la mañana, por más que muchos no la usemos a menudo, es también importante. Tan importante como poder manifestarse en contra del Gobierno y no acabar en la cárcel, como está ocurriendo estos días en Cuba.
El hecho de que una mayoría de los ciudadanos no lo percibamos como una restricción grave no quiere decir que no lo sea. Y es tranquilizador que los jueces, que están para interpretar la ley de acuerdo con la Constitución, sí lo tengan en cuenta y nos lo recuerden a los legos.
Es cierto que el galimatías de competencias que hay en España está complicando la gestión de la pandemia. El auto en el que el TSJEX deniega el toque de queda recuerda que se está utilizando una ley de Salud de 1986 que no fue concebida para luchar contra una pandemia mundial. Es poco concreta, y de ahí probablemente se derivan muchos problemas. Los partidos no han querido aprobar una nueva ley que sirviera de guía a los gobernantes y hoy hay 17 maneras de combatir el virus. Tantas como autonomías. Y cada TSJ aprueba o rechaza una medida según su interpretación de la ley; algo legítimo, por cuanto la independencia de los jueces se asienta en el hecho de que cada juez es independiente, no tiene que seguir un criterio grupal ni debe aceptar órdenes. Para eso están los recursos al Supremo, una vía que la Junta ha decidido no utilizar. Todos estamos hartos de pandemia, de restricciones, de miedos al contagio, y es hasta comprensible que el consejero de Sanidad, cansado de parar olas, proponga la medida que considera más efectiva. Los jueces se la han echado para atrás. No sé si es lo mejor para luchar contra la pandemia en las localidades afectadas, pero a mí me resulta tranquilizador, que,haya o no llamadas a los jueces, como parece que ha ocurrido con los magistrados del Tribunal Constitucional, estos emitan sentencias en función de su criterio. Aunque desagraden al poder político. Quizá pecan de tiquismiquis al plantearse debates doctrinales, como les ha afeado la ministra de Defensa, pero entre un juez tiquismiquis para aplicar la ley y otro demasiado pendiente de agradar al poder político, no lo dudo. El primero.
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