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La vida sigue igual
Ojos del Guadiana ·
No interesa una sociedad formada, culta, diversa y plural, que piense y se articule en torno a intereses de progreso social y libertad realJulián Carretero
Miércoles, 28 de agosto 2024, 07:25
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Ojos del Guadiana ·
No interesa una sociedad formada, culta, diversa y plural, que piense y se articule en torno a intereses de progreso social y libertad realJulián Carretero
Miércoles, 28 de agosto 2024, 07:25
Hubo un tiempo en que esta última semana de agosto, los diferentes medios de comunicación la empleaban para editorializar y trasladar a sus lectores, oyentes y televidentes todas aquellas cuestiones procedentes de la política que pudieran ser de interés ciudadano para los próximos meses, con ... independencia del ámbito que se tratara. Pues, como se decía entonces, comenzaba el nuevo curso político tras el parón vacacional de agosto.
Últimamente parece que esto carece de interés. Como en la enseñanza, ya no hay convocatoria de septiembre. Los diferentes gobiernos de cada lugar y sus correspondientes oposiciones siguen a martillo pilón, con sus respectivos relatos continuistas y machacones, carentes de debates, explicaciones e iniciativas. Cierto es también que la sociedad articulada, la mediática y otros agentes económicos y sociales, nos hemos vuelto poco exigentes en este sentido. Con la complicidad voluntaria o no de unos y otros, el resultado es una sociedad acrítica y cada vez más permeable a lo simple.
Píldoras, en dosis bien pautadas, que exalten los sentimientos más primarios y la más absoluta irracionalidad, parece una fórmula que da buen resultado para obtener cada vez más división social, más individualismo, menor cooperación y, por ende, más crispación. Elementos apropiados para una sociedad adormecida, pasota y capaz de reducir el concepto de libertad a la idea de tomar cañas cuando y donde uno quiera y el de colectividad a uno mismo y su mínimo entorno familiar. Por el contrario, no interesa una sociedad formada, culta, diversa y plural, que piense y se articule en torno a intereses de progreso social y libertad real, para más igualdad y bienestar comunitario.
Para ciertas élites la democracia es un verdadero problema. No digamos ya las políticas sociales, solidarias e igualitarias. Pero esto no es nuevo en la historia, sobre todo en las dos últimas centurias, cuando a lo largo de las mismas comenzaron a desarrollarse avances sociales y políticos que han ido perfilando lo que hoy conocemos. Cada vez que la mayoría social ha ido alcanzando cotas importantes de libertad, democracia, bienestar social e igualdad, la reacción ha sido impedirlo como fuera, siempre con un objetivo evidente: reducir la sociedad democrática a otra donde impere la 'ley de la selva'. Nunca importó ni importará qué medios se utilicen, con tal de quebrar los instrumentos e instituciones que sostienen la democracia.
Hasta tal punto esto es así que, en más de una ocasión, una parte de la clase trabajadora ha sido, en contra de sus propios intereses, ariete en la destrucción de la democracia y de los avances sociales y políticos conseguidos. Y podría volver a serlo una vez más, si seguimos haciendo oídos sordos a la racionalidad e ignoramos que lo importante sigue siendo la luna, no el dedo que la señala.
Como rezaba la vieja canción que en 1968 ganó el festival de Benidorm: «Siempre hay por qué vivir, por qué luchar… La vida sigue igual».
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