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Opinión

Anatomía de una suegra

VERDADES Y MENTIRAS ·

Yo estoy como el huerfanito de Mowgli: para tener de madre o de suegra a algunas, preferiría que me educara Baloo. Sí, el oso

JULIÁN RODRÍGUEZ PARDO

Martes, 24 de septiembre 2024, 07:40

Si ustedes también han visto en Cuatro '¿Quién quiere casarse con mi hijo?', habrán comprendido por qué Mowgli –el niño protagonista de 'El libro de la Selva', la novela de Kipling y la película de de Disney– era tan feliz siendo un huerfanito. Porque algunas ... de esas madres que buscan novia –o novio– para sus hijos en televisión son la prueba fehaciente de que, desde Atapuerca, la civilización española no ha hecho más que empeorar. Tanto que hasta Noé –ese hombre del Antiguo Testamento que extrañamente vivió sin televisor– se negaría a meter la mitad de ellas en el zoológico ese furtivo que montó en el arca. ¡Estoy casi seguro!

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En el programa que presenta Luján Argüelles, la biodiversidad de la fauna asusta. No porque yo piense desesperanzado que esos son los jóvenes que nos pagarán en el futuro las pensiones, sino porque me cuestiono si debemos pagárselas a algunas de sus madres. Fíjense, si no, en el pobre de Christian: se rebela tanto contra el despiporre mental de su madre –Begoña– que, cada vez que coinciden en pantalla, le da un corte tras otro. Ella, quizá porque el bótox se le ha extendido más allá de los pómulos, ni le escucha y continúa como si nada, a la búsqueda de una chica moderna que le quite a su hijo ese modo de ser «tan del norte». Una de ellas le preguntó directamente al chaval cuántas posturas del Kamasutra había realizado. Y él, azorado, respondió lo mismo que yo diría si me preguntaran qué parte de la cara de Begoña no me asusta: ninguna.

En esto de la familia política, yo milito en el equipo Sofía-Letizia. Tanto que no pude evitar soltar unas lágrimas al contemplar este verano ese paseo de chicas por las calles de Palma. Que no solo se llevaron con ellas a la tía Irene de Grecia, sino incluso a una amiga de la Emérita que también iba en silla de ruedas. ¡Y ni eran eléctricas! Pero, claro, una cosa es ganarse el cielo y otra.., ¡un viaje espacial de los de Elon Musk! Eso hay que trabajárselo. El caso es que allí iban las dos princesas, venga a empujar y empujar, sonrientes. Yo vi la cosa tan entrañable que hasta pensé que acabarían todas juntas de botellón. O de rave. ¡En plan monarquía loca! Más que nada porque yo seré muy fan de la heredera, pero me inquieta eso de tener a Letizia como suegra. Sobre todo porque intuyo que la Reina no es muy de tirar de freidora para la comida. Y, claro, una cosa es que yo ande detrás de Leonor, ¡y otra que la prefiera a las patatas fritas! Sin eso, uno no crece con normalidad.

De esas cosas que nos contaron nuestros padres cuando éramos jóvenes, quizá la de la necesidad imperiosa de caminar acompañados en la vida por una pareja sea una de las menos ciertas. Seguramente la auténtica necesidad sea la de la amistad. Porque hoy, ya no se trata solo de que te toque una buena suegra, sino de que no te ande buscando como loca por los programas de televisión. Por eso, en general, yo estoy como el huerfanito de Mowgli: para tener de madre o de suegra a algunas, preferiría que me educara Baloo. Sí, el oso.

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