El lifting vaginal
Mariló Montero contó que se había rejuvenecido la vagina porque muchas mujeres padecen problemas en esa zona íntima debido a la menopausia
Julián Rodríguez Pardo
Martes, 7 de noviembre 2023, 08:08
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Julián Rodríguez Pardo
Martes, 7 de noviembre 2023, 08:08
Mientras ustedes se tostaban al sol en las playas de Huelva y yo hacía lo que podía esquivando falos de madera en Bután, Mariló Montero –la periodista– se rejuvenecía la vagina. No había querido contárselo antes porque, entre la vuelta al cole de los niños ... y la de los mayores al centro de día, supuse que ya tenían suficientes preocupaciones. Pero ahora que, ¡al fin!, los españoles estamos a punto de convivir en paz, he intuido que el momento había llegado. ¡Sí! Mariló se ha rejuvenecido la vagina. Y con láser. Que, hasta donde yo imagino, debe ser más indoloro que hacérselo a mano, claro.
Mariló lo relataba en 'Espejo Público' porque –y es un asunto serio–, muchas mujeres padecen problemas en esa zona íntima debido a la menopausia y a otras razones. Pero, como sucede con otros temas tabú, de este tampoco se habla. La cuestión es que, como ella tiene esa forma tan particular de hacer pedagogía, uno nunca sabe si está asistiendo a una matanza o charlando con el mismísimo Gustavo Adolfo Bécquer. Pero Mariló, literalmente, afirmó: «La vagina no es un túnel oscuro, sino un túnel de luz». Y como yo, por las mañanas, no proceso bien determinadas materias, entendí «la amnistía». Y según la escuché, me faltó aire para tirar de móvil y llamar a Moncloa: ¡Pedro, Pedro, Pedro! ¡Contrátala ya! Porque esas metáforas son un regalo de Dios. Y, como no andes presto, ¡te la roban los del PP! Porque Feijóo –sí, sé que duele leerlo–, debe ser muy chisposo…, pero en su casa.
Lo de la luz del túnel yo se lo había escuchado anteriormente a varios amigos míos, aunque en versión zafia. Ya me entienden. Porque alguno de ellos es básico como el interruptor de la luz. Y, como dirían Bécquer y Mariló, de donde no hay, no se saca. El caso es que, a partir de cierta edad, los hombres estamos en zona de peligro; es decir, a punto de la pitopausia. De ahí que todo lo que tenga que ver con el deterioro de esas zonas, me conmueve. Y en cuanto me di cuenta de que Mariló no hablaba de política, me planté en el centro de salud y le pregunté a mi médico si la Seguridad Social no podría hacerme lo del rejuvenecimiento..., por solidaridad. Pero me contestó que lo del láser no entraba en la cartilla. Y, claro, me dio por imaginar a un tipo extraño inspeccionándome ahí abajo con las manos –en plan ginecólogo–, me entró el siroco y le espeté: ¡Ni mijita, eh! ¡Ni mijita! ¡Que, en mi casa, solo se tocan las campanas de Navidad cuando el alcalde instala el árbol! Así, en plan macho. Dejando las cosas claras.
Al final, como siempre, las madres tienen razón. Y la mía, hace ya años, me había advertido de que los hombres nos «cagamos» –cito textual– con casi todo. Pero tiramos a diario de nuestros egos para negociar no sé cuántas cosas importantísimas, con esa actitud de quien cree que el mundo le pertenece. Aunque, en realidad, sepamos perfectamente de quién es. Se lo comento porque el próximo domingo es el Día Internacional del Hombre. Y, a lo mejor, algún lector solidario quiere acompañarme a lo del lifting. ¡Con láser, claro! Que yo me cago. Con perdón.
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