
La llamada
Imagino que Juanjo Monrabal deseó que Mazón no hubiese tardado 142 días en pedirle perdón
Julián Rodríguez Pardo
Lunes, 24 de marzo 2025, 23:05
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Julián Rodríguez Pardo
Lunes, 24 de marzo 2025, 23:05
Si Dios fuera cantante, cantaría con la voz de Whitney Houston. Siempre lo he pensado. Y también que, inevitablemente, soltaría más de una lágrima al ... contemplar el resultado de la fabricación en serie de los seres humanos. Quizá por eso a Los Javis se les ocurrió en 'La llamada' que Dios pareciera un ser más imperfecto que en los libros de religión. Tanto que, al verlo descender desde el Cielo, bajito y añoso, al ritmo de una de las canciones de Whitney, me recordó a uno de esos cantantes que, cuando la fama se esfuma, acaban sus días en un escenario cualquiera de un bar de Las Vegas. Porque, por experiencia propia, cantar por Whitney Houston no es lo mismo que serlo.
Carlos Mazón ––que ni es Dios ni, mucho menos, Whitney– se percató el jueves pasado de que Juanjo Monrabal llevaba meses a las puertas del Palau de la Generalitat –la sede del gobierno de Valencia– acarreando un cartel con la foto de su madre muerta el 29 de octubre y pidiendo justicia para ella y para todas las víctimas de la dana. Sin culpar a nadie, pero sintiéndose abandonado por todos, Juanjo se dirigía al guardia de seguridad y, educadamente, le pedía que le permitiese hablar con el president. Hace cinco días tuvo suerte y Mazón le recibió. A él y a tres personas más que, también casi a diario, se manifestaban ante esas mismas puertas.
Escuchando hace unos días en la radio el relato sobrecogedor de los familiares de algunos de los fallecidos, imaginaba en mi cabeza esos momentos en que el agua los arrancó de sus vidas. Y me contaba un experto que, con aquel caudal y aquella fuerza, lo más probable es que todo sucediese en un intervalo de entre una y dos horas. Me pregunté entonces si, encerrados en un ascensor, en sus coches o en sus casas, la angustia los mató antes que el agua. Y, sinceramente, lo deseé…, por evitarles sufrimiento. Como Juanjo, supongo, deseó que Mazón no hubiese tardado 142 días en pedirle perdón.
No sé si alguna vez les he contado que, cuando era pequeño, mi madre compraba los productos de Avon: aquella marca de cosmética americana que se popularizó en todo el mundo gracias a las mujeres que organizaban pequeñas reuniones de venta en sus casas, al grito de «Avon llama a tu puerta». Aunque, en realidad, no era Avon, sino una conocida de mi madre la que la llamaba para colocarle unas cuantas cremas. ¡Y por teléfono! Nada de al timbre de casa.
Se lo comento porque, ahora que el president va a recibir a los familiares de las víctimas de cinco en cinco, he pensado que, quizás, Mazón aspira a convertirse en vendedora la marca. Por lo de los grupos reducidos, digo. Y como me preocupa mucho en qué grupo va a recibir a Dios, le he sugerido al de arriba que, para no tener que darle explicaciones complicadas, se le aparezca como Whitney Houston. Porque si le cuenta lo de que, en realidad, Él son tres personas y un solo Dios verdadero, seguro que el hombre hiperventila. Y, la verdad, ahora que al fin ha conseguido localizar los teléfonos de todas esas familias…, dejémosle que les dé una llamada. Seguro que lo agradecen.
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