
El lado oscuro
CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO @TROYNAHUMKO
Sábado, 25 de septiembre 2021, 09:52
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CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO @TROYNAHUMKO
Sábado, 25 de septiembre 2021, 09:52
Después de vivir aquí tantos años, España todavía puede sorprenderme. Una y otra vez me encuentro rascándome la cabeza, pensando: «Esto es completamente inesperado». Este ... estado de perplejo es fortuito cuando encuentro un nuevo plato en una región desconocida (para mí), o cuando tropiezo con capiteles románicos maravillosamente espeluznantes. La profundidad del territorio inexplorado aquí me ofrece varias vidas de exploración. Sin embargo, el lado más oscuro de esta desorientación se produce cuando me encuentro ciertos hechos que me cogen completamente por sorpresa.
Esto sucedió la otra semana cuando me enteré de las niñas que estaban siendo utilizadas como armas politizadas por sus padres en su guerra infantil contra la razón. Hasta entonces, las imágenes procedentes del extranjero de lunáticos desinformados inyectándose lejía y haciendo gárgaras con yodo en su ilusa lucha contra la covid me habían parecido completamente extrañas.
Sobre todo porque la respuesta aquí a la pandemia ha sido ejemplar. Los españoles entienden que las vacunas funcionan. Son la mejor línea de defensa y la vía más rápida de la que disponemos para poder volver a una cierta sensación de normalidad. Dejando a un lado los confinamientos draconianos y cuasi legal de nuestros hijos, las medidas adoptadas han sido eficaces. Quizás el uso de mascarillas se ha llevado al extremo con la obligación de llevarlas mientras se pasea por el campo, pero absolutamente nadie está en desacuerdo con el hecho de que son la medida más simple y eficaz que podemos tomar contra el contagio en el interior. Nadie, al menos, que tenga una mínima noción de cómo se transmiten los virus. Mi hija de ocho años lo capta.
Pero mi sorpresa no fue que unos cuantos locos negacionistas trataran de imponer sus caprichos a la comunidad en general. De hecho, hasta entonces mi sorpresa era que la extrema derecha todavía no había importado y adoptado, como ha hecho con tantas otras posiciones ajenas, esta locura anticientífica. Mi sorpresa se produjo al ver la reacción inicial de la Junta y la bilis venenosa vertida por una gran parte de la opinión pública hacia los profesores, alegando que eran vagos y que no querían trabajar.
En una época en la que ni siquiera se concibe poner un pie en un edificio de la administración pública sin una cita previa, la orden inicial de la Junta de no solo permitir que esta familia se burle de las normas, normas que los profesores habían estado enseñando y aplicando rigurosamente durante los últimos dos años, e insistir en que los profesores se pusieran en riesgo a sí mismos y a toda la escuela, simplemente por un capricho infundado, fue una locura. Imagínate que intentas entrar en los juzgados sin mascarilla. ¿Hasta dónde llegarías antes de ser detenido por los guardias de seguridad o la policía? Pero bueno, solo son profesores...
¿De dónde viene este profundo desprecio por los profesores y lo que hacen? ¿Es una especie de hostilidad inconsciente que surge del sufrimiento soportado a manos de monjas y curas crueles cuando estaban en la escuela? ¿O este desprecio se basa en el hecho de que muchos simplemente consideran a los profesores niñeras sobrepagadas? Sea lo que sea, nunca dejará de desconcertarme.
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