Jimmy Carter será velado el próximo lunes en el Capitolio, la institución que representa la soberanía popular y que fue asaltado por una turba hace cuatro años sin que Donald Trump moviera un dedo para impedirlo. Las más de cuatro décadas que median entre las ... dos figuras presidenciales dan cuenta de la inquietante transformación de la democracia en Estados Unidos y agigantan el legado del que fue definido como «el mejor expresidente» del país ya en 2002, cuando recibió el Nobel de la Paz. Carter dispuso de un solo mandato para superar la conmoción del Watergate y desarrollar su ambición reformadora de inspiración social y humanista, que no logró imponerse en el ánimo de los electores a una inflación descontrolada, la crisis del petróleo y el episodio de los rehenes en Irán, hábilmente manipulado por la campaña de Ronald Reagan para truncar la reelección. Su reinvención a través del Centro Carter para la promoción del diálogo en la resolución de conflictos y los derechos humanos, ayudada por una existencia centenaria, arroja una luz más amable sobre lo que en su momento se consideró una agenda ingenua y que, a veinte días de la vuelta de Trump, resulta simplemente impensable.
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