Es temprano aún y con legañas en los ojos, perezosa y con las sensaciones de la noche aún en el cuerpo me siento frente al ordenador, de fondo el limonero que miro cada mañana, está repleto de limones porque es de luna. Un limonero feliz ... con la luna de estos días, llena y cautivadora.
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En alguna parte leí que ver verde, naturaleza, árboles desde tu ventana de casa o lugar de trabajo aportaba felicidad y años de vida. Ahora que científicos y marcas de belleza se afanan por conseguir la receta de la eterna longevidad, yo la encuentro cada mañana al mirar ese limonero que justo ahora, en este momento, ya tiene el sol encima para ensalzar aún más el verde y el amarillo de su fruto.
Además de ver el limonero cada día, observarlo detenidamente, ponerme bajo su sombra ahora alargada, la naturaleza me ha sorprendido con las heladas mañaneras a orillas del Guadiana. Uno de estos días salió a mi paso un animalillo escurridizo y no fácil de ver, una nutria, quizás helada y también curiosa. Dignamente se paseó frente a mí, entró en su madriguera, salió, me miró y pude verla e incluso grabarla, porque en estos días lo que no se graba o fotografía parece no existir.
Este jueves 2 de febrero viendo a la marmota Phil y su predicción recordé a mi nutria, porque es mi nutria, solo la vi yo. Phil dice que el invierno se alargará seis semanas, ¿querría decirme algo mi nutria con su paseo, con su entrar y salir de su madriguera? Eso quedará entre ella y yo.
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La nutria y la marmota me han recordado que según el calendario chino estamos en el año del conejo, que no el año de la marmota (inevitable no acordarse de Bill Murray en ‘Atrapado en el tiempo’). Mi amiga Zhu, quien además de enseñarme a decir gracias en chino, xièxiè, o cerveza, píjiǔ (y más palabras que mi cabeza no retienen) me ha contado que este es un año muy especial porque, según el calendario lunar chino, tiene 13 meses porque se repite febrero (como en el año de la marmota), las dos veces con 29 días. Dice Zhu que eso es algo rarísimo, que solo pasa cada 1.200 años o así.
También me ha contado que es conejo de agua y agua es femenino por tanto será un año muy especial para las mujeres.
No sé qué pensarán las mujeres de Afganistán sobre esto, un país en el que hasta el rostro de las maniquíes se tapan, ni las mujeres de Irán, ni siquiera las mujeres en China o las mujeres aquí, de cada rincón. ¿Es nuestro año de suerte? ¿En qué caería esa suerte? Me gustaría preguntarle a Annie Ernaux, acabo de empezar a leer ‘El acontecimiento’, voy despacio porque no me quiero perder ni un matiz, ni una palabra en vano. Apunto con lápiz en los márgenes, de eso las mujeres también sabemos mucho, de esos márgenes, espacios en blanco en los que a veces es escasa o nula la visibilidad.
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Vuelvo al limonero y a mi ventana, ahora abierta, una ventana abierta y grande para no perderme nada de lo que pasa ahí fuera en mi limonero de luna, en mi nutria, en Zhu y en cada una de mis mujeres, de las mujeres, porque este es el año del conejo de agua e igual la suerte será no quedarnos en los márgenes en blanco.
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