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Saben que después de la pandemia millones de personas en Estados Unidos decidieron dejar su puesto de trabajo. Una oleada de renuncias que Anthony Klotz, profesor de Gestión en la Texas A&M University, había vaticinado que iba a ocurrir, que el golpe mucho más ... que sanitario de la covid motivaría que un aluvión de gente repensara dónde, cómo y por qué se trabaja. Y eso que él vaticinó y llamó La Gran Dimisión, se cumplió.
Un año después parece que la también llamada 'gran huida' llegó a España. Este verano en algunos medios de comunicación pudimos leer que en lo que iba de año, en la primera mitad de este 2022 por tanto, más de 30.000 empleados habían renunciado a su puesto de trabajo de manera voluntaria. Y los expertos a los que se reclamaba una explicación señalaban que detrás de la decisión puede haber claro un gran abanico de razones, pero que posiblemente muchas tenían que ver con los cambios personales que había impuesto la pandemia; que el confinamiento, las restricciones, el teletrabajo y la incertidumbre habían hecho que mucha gente se replantease sus objetivos en el trabajo y en la vida.
Según Anthony Klotz, las fases más restrictivas de la pandemia obligaron a la gente a pasar mucho tiempo en casa y en ocupaciones personales y descubrieron, con ello, que son algo más que sus trabajos. En el mismo reportaje sobre La Gran Dimisión en El País, el psicólogo Rafael Santandreu decía: «El mito que hemos tenido hasta hace poco de que el bienestar material da la felicidad ha caído para mucha gente. En cuanto dejan de perseguir esa idea, empiezan a desescalar. La pandemia les ha permitido darse cuenta de que necesitan mucho menos para vivir de lo que imaginaban y de que el activo más valioso del que disponen es el tiempo».
En España después, como en Estados Unidos antes, buena parte de las renuncias se centraron en el sector de la hostelería, con condiciones hasta el momento precarias, con largos horarios y poco sueldo. Encontrar camareros, cocineros y pinches ha sido casi misión imposible para el sector durante este verano en Extremadura. En Plasencia, por ejemplo, la falta de mano de obra ha obligado a los hosteleros a reajustar horarios y días de descanso.
Los datos de los más de 30.000 empleados que han renunciado a su trabajo en la primera parte de este año indican que el mayor número de renuncias se ha producido en el segmento de población que va desde los 30 a los 45 años. Algunas de las generaciones nacidas ya en entornos digitales que tienen otra concepción de los tiempos y los métodos de trabajo, y valoran mucho más cosas como la flexibilidad horaria o la posibilidad de teletrabajar o contar con un horario que permita disponer de tiempo para esas ocupaciones personales.
Si a estos aspectos cada vez más valorados de un puesto de trabajo, se unen la estabilidad, un salario aceptable, derecho total a vacaciones y días libres por asuntos propios o minimización de escenarios de reducción de plantilla y despidos, no es de extrañar ni que el 72 por ciento de los jóvenes quieran ser funcionarios ni que cada oposición en esta región congregue a miles de personas. Casi 20.000 se han inscrito para las pruebas de celador y auxiliar administrativo del SES que se celebran este fin de semana, y no parecen muchos si tenemos en cuenta las cada vez más frecuentes situaciones de crisis que vivimos, marcadas por complicaciones económicas que ponen de manifiesto con meridiana claridad las enormes diferencias entre quienes trabajan en el sector público y lo hacen en el privado.
Tal como ha publicado este periódico recientemente, la subida salarial en el empleo público en la última década multiplica por cuatro a la del sector privado. Solo durante este año y el próximo, los empleados de la Junta de Extremadura tendrán una subida del 7 por cierto para paliar, en cierta medida, el incremento desproporcionado de los precios que estamos sufriendo todos. Nada que ver con el 3,6 por ciento que en los últimos 10 años han subido de media los sueldos en las empresas de la región. Así que no sé si una gran dimisión o una gran huida, pero aquí lo que hay es una gran llamada a ser funcionarios.
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