Balance

Cuando miro hacia atrás para ver lo que aconteció en el pasado tiempo parece que lo hago a través de un empañado cristal por la escarcha, pero en realidad son mis húmedos y vidriados ojos por la melancolía de los que se fueron como Lollobrigida, Tina Turner, Sinéad O'Connor, Botero, Antonio Gala, María Jiménez, Concha Velasco, Pedro Solbes, Piqué, Pepe Domingo Castaño, María Teresa Campos, Carrascal y, sobre todo, alguien de mi entorno muy cercano cuyo hueco aún no somos capaces de llenar porque era un ser de luz.

En el plano opuesto, esos que aguantaban sobre la faz de la tierra y que te hacen pensar que, a veces, la parca tarda en pasar lista: Berlusconi, Sánchez Dragó, Paesa (tantas veces muerto), Henry Kissinger, Yevgueni Prigozhin…

Si totalizamos las personas que han dejado su vida este año por el ensañamiento y la deshumanización sobrepasamos con creces la cifra de 50.000 solo entre Ucrania y Palestina a los que habría que sumar unos 2.400 migrantes ahogados en el mar cuando intentaban alcanzar un sueño.

No, no ha sido un buen año en lo referente a esa cuenta de pérdidas.

Mis esperanzas están puestas en este nuevo ejercicio que acabamos de estrenar. Será el año en el que parte de mi familia comience una nueva aventura laboral, unos porque empiezan una ilusionante etapa, otros porque la terminan y alcanzaran un merecido descanso tras toda una vida de entrega y vocación, otros desarrollando sus alas, prestos a volar del nido donde han recibido las herramientas necesarias, la educación y la formación para hacerlo. Hasta un servidor, que a mi edad, cuando ya pensaba que no volvería a trabajar, una empresa me incluye en proceso de selección, alguien que aprecia en mi lo que otros desprecian.

Nunca es tarde para iniciar un proyecto ilusionante mientras exista esa ilusión.

Ilusión vista como una parte intrínseca de la experiencia humana, como un reto que puede variar desde alcanzar metas profesionales hasta superar obstáculos personales.

La educación continua, la adaptabilidad y la resiliencia son elementos claves para enfrentarnos a estos desafíos. Enfrentar los retos pendientes implica un compromiso hacia el progreso y la mejora constante en todas las facetas de la vida, ahí podríamos incluir la construcción de nuestras narrativas personales.

Por ello, quiero creer en este melón aún cerrado del nuevo año, pensar que es momento de lo bueno y, al igual que pude escuchar en un vídeo de esos que los grupos de WhatsApp comparten en fechas señaladas, pedirle al nuevo año, que simplemente no se lleve aquello que quiero.