Recientemente se han producido dos noticias importantes sobre el lobo: una, por la que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaró ilegal la caza de este carnívoro en Castilla y León entre 2019 y 2022, y otra, también una decisión del mismo tribunal, ... por la que se prohibía la caza del gran depredador en Austria.
Pero ahora surge la Unión Europea, que pretende modificar, o mejor dicho, rebajar, el nivel de protección de esta especie, basándose en su aumento, de unos 11.000 en 2012 a poco más de 20.000 en 2023. Este dato, dicho así, puede llevar a la confusión, y determinados partidos políticos es lo que creemos que intentan de forma torticera.
Es cierto que parece que hay un aumento de la población de lobos en Europa, pero también es cierto que los modernos métodos de detección de individuos y manadas facilitan su localización. También que en los últimos años se han dedicado más medios económicos para disponer de zoólogos que establezcan el verdadero estatus de la especie.
Antes de ocuparnos del lobo ibérico, un dato para reflexionar si se debe pasar esta especie de «protección estricta» a «protección simple». En la UE hay más de 20.000 lobos, pero la mayoría de las poblaciones son escasas, exceptuando media docena de países.
¿Y España? Pues según los datos manejados por organismos oficiales y entidades conservacionistas, habría una población de unos 2.000 ejemplares (además de unos 300 en las sierras lusas), casi todos concentrados en el noroeste peninsular. Pero el lobo europeo es Canis lupus, mientras que el lobo ibérico es Canis lupus signatus, es decir, en opinión mayoritaria de los más reputados zoólogos, una subespecie endémica de la península ibérica, cuyas diferencias con el lobo europeo son claras: el tamaño y morfología de la cabeza y las características genéticas, son distintos.
La regresión del lobo en Extremadura ha sido realmente dramática en la segunda mitad del siglo XX, desapareciendo de numerosas comarcas donde antaño fue abundante y de su último enclave, en la sierra de San Pedro, recientemente. Entonces se evaluó la población española de lobos en unos 2.000 individuos, una treintena en Extremadura.
La gran culpa que se le achaca al lobo son sus ataques al ganado, porque para las personas, como todos lo estudios científicos han probado (en especial en tierras tan 'loberas' como Prusia Oriental), es un animal inofensivo.
Indudablemente, la conservación del lobo no puede hacerse a costa de los ganaderos, quienes tienen unos derechos que hay que respetar. Conservar el lobo exige un presupuesto de la Administración para pagar daños, a precio de mercado (como mínimo), y de forma rápida y con poca burocracia.
Pero no todo lo que mata ovejas, cabras, caballos o vacas es lobo. Hay perros asilvestrados que matan ganado y especies cinegéticas. Estos perros proceden de recovas o han sido abandonados por sus dueños y su comportamiento osado, con ataques a plena luz del día, los convierten en un verdadero peligro para el hombre, a quien, a diferencia del lobo, no temen, porque convivieron con él.
Saber, por otra parte, si a una oveja o a un ternero lo ha matado un lobo o un perro no es nada difícil. Las heridas producidas por los perros asilvestrados son muy difusas, en diversas partes del cuerpo de la presa, y los animales, más que por las heridas en zonas vitales, mueren por el stress provocado por los politraumatismos durante la persecución. En el caso del lobo la lesión que causa la muerte consiste en un mordisco (pocas veces dos), localizado exclusivamente en la región retro-mandibular (garganta). Los perros salvajes que atacan a las ovejas agarran la lana y dejan jirones durante toda la persecución; en el caso del lobo no se encuentran los jirones de vellón.
En un estudio pionero realizado en España, Echegaray y C. Vila, averiguaron lo que comían los perros salvajes y los lobos mediante el estudio de sus excrementos. Los resultados fueron contundentes: el 32% de la dieta de los perros asilvestrados estaba compuesta por corderos, mientras que en el lobo era de poco más de un 3%.
Y hora ya lo que faltaba: los políticos metiéndose a científicos. ¿No sirve para nada la legislación de la Unión Europea y las sentencias de los tribunales europeos? El lobo ibérico no es igual al lobo europeo, primera lección para los políticos de todos los partidos, y el manejo de su conservación no puede ser igual en Iberia que allende los Pirineos. Segunda lección: el cernícalo primilla, una pequeña rapaz que vive en la península, estaba catalogada como «vulnerable», y debido solo a criterios numéricos, pasó a «no preocupación». Desde el cambio, en los 10 últimos años, su población ha bajado un 40%. ¿Oído políticos?
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