Así hemos narrado la manita del Barça al Valencia

Una de las cosas que más me gustan cuando voy por la calle es ver a personas que caminan solas con una risa o sonrisa en el rostro. Me pone buen cuerpo, empatizo y tiendo a pensar que son buena gente y son felices, al ... menos en ese momento. Siempre me pregunto qué pensamiento alegre habrá cruzado la mente de esa persona que sonríe mientras camina sin compañía ¿Qué le habrá sacado esa expresión de felicidad? Intento imaginar los posibles escenarios y aunque no todas las sonrisas son sinceras, algunas incluso pueden ocultar malas intenciones, prefiero pensar que esa risa anónima esconde algo bueno. Me entran ganas de acercarme y darle las gracias por irradiar optimismo y buen rollo en un entorno de caras tristes y serias, por contribuir a la felicidad colectiva. ¿Te has dado cuenta de que toda la gente sonríe en un mismo idioma?

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Sonreír es un proceso de coordinación en el que intervienen entre 12 y 17 músculos faciales. El músculo cigomático mayor es el encargado de elevar las comisuras de los labios, el orbicular de los párpados que se contrae simultáneamente, es el que eleva las mejillas formando esas arruguitas alrededor de los ojos. También intervienen el músculo risorio, que tira de las comisuras de los labios hacia los lados, el elevador del labio superior y el depresor del labio inferior. Una acción perfectamente coordinada que da como resultado esa expresión facial que conocemos como sonrisa y que transmite emociones positivas. Un estudio de la Universidad estadounidense de Purdue reveló que la sonrisa, placebo o no, puede estimular positivamente el sistema inmunológico. 239 estudiantes fueron observados al cruzarse con personas que les sonreían o los ignoraban. Los resultados mostraron que aquellos que recibieron una sonrisa experimentaron un mayor sentimiento de conexión social. El mundo de las sonrisas es apasionante. El neurólogo francés Duchenne de Boulogne realizó un experimento en un hospital de París para estudiar las reacciones musculares del rostro humano. Para ello, conectó electrodos a un hombre que no tenía sensibilidad facial y observó que aparecían hasta 60 expresiones faciales diferentes, como respuesta a los estímulos que el cerebro enviaba en forma de variedad de sonrisas. Pero, ¿cuántas son sinceras?

Hay sonrisas de miedo (algunos chimpancés y humanos enseñan los dientes «pseudosonriendo» por no gritar). Las hay tristes (estoicismo, tienen forma asimétrica). Moderadas (controladoras para disimular emociones positivas). Avergonzadas (sonrojarse por situaciones incómodas, con leve inclinación de cabeza). Las amortiguadas o de compromiso (suavizan una noticia poco agradable. Es irritante y obliga al receptor a sonreír como respuesta al «sonreidor»). Peor es la de desprecio (mezcla de disgusto y resentimiento, parecida a las del placer verdadero, pero con las comisuras de los labios más tensas). La sonrisa maliciosa o falsa (la del tóxico, se nota mirándole a los ojos, los músculos de los ojos no se contraen, la ciencia no engaña). Y terminamos con la sonrisa coqueta: la de Mona Lisa, un arma de seducción enigmática y fascinante.

Sonríe, la ciencia ha revelado que la sonrisa nos hace más atractivos.

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