Tengo en mucha consideración los artículos de Beatriz Muñoz González, la apasionada solvencia con que argumenta sus ideas y su claridad. Cuando alguien opina ante un público diverso como el de los lectores de HOY la claridad es, sobre todo, una exigencia moral, una demostración ... del respeto que se les debe, y Beatriz Muñoz es clara. Sus textos tienen la concisión de quien ha pensado mucho antes de ponerse a escribir uno de sus 'Pisando charcos'.
Publicidad
Digo esto tras leer su último artículo, el del miércoles pasado, titulado 'Vulnerabilidad'. En él cuenta lo desprotegida que se sintió ante las redes sociales al compartir un vídeo sobre Marte creyendo que las imágenes del mismo las había tomado la 'Perseverance' cuando en realidad –más tarde lo supo– no correspondían a esta misión que nos ha tenido expectantes a los terrícolas en los últimos días, sino a una anterior. Muñoz lamenta el desconcierto que había generado por haber compartido una cosa creyendo que era otra y confiesa la decepción que siente ante las redes sociales, a las que en principio creyó una buena fuente de información y ahora empieza a no confiar en ellas.
Que una usuaria de Twitter con dos mil seguidores se preocupe por las consecuencias de difundir por error un vídeo sobre Marte da idea de lo marcianos que deben parecerle a los regidores de esa red gente que, como Beatriz Muñoz, ha llegado a confiar en ella para informarse de lo que pasa en el mundo. Porque mientras muchos de los que la utilizan sienten responsabilidad ante lo que comparten, la propia red, que administra 1.300 millones de cuentas, solo en los últimos meses ha empezado a preocuparse por los contenidos que circulan a su cobijo, y eso porque teme que no hacerlo pueda generarle una crisis de reputación que afecte a su negocio.
Hace tiempo dejé de participar en las redes sociales porque creo que son, por encima de sus virtudes, algo de lo que debemos defendernos, sobre todo si, con ingenua buena fe, hemos depositado en ellas nuestro derecho a estar informados, ese que precisamos para tomar decisiones, como dice Muñoz, «de manera consciente y libre».
Publicidad
Precisamente el HOY del día siguiente traía un ejemplo de lo atinado que era su reflexión. En la sección 'Sociedad de la desinformación', cuya utilidad como centinela de los desmanes de las redes la hace imprescindible, Óscar Beltrán de Otálora recordaba que la red TikTok, que es el medio de comunicación favorito de los jóvenes de entre 16 y 25 años (dedican a sus contenidos una media de 43 minutos en sus siete visitas diarias), está ya contaminada de llamamientos a no vacunarse y de falsas informaciones sobre los riesgos de las medicinas contra el virus.
Muñoz acababa su artículo señalando que ante las redes siente «una sensación creciente de incapacidad para discernir la verdad de la mentira». Y añadía: «Nos puede pasar a cualquiera si no cuidamos lo que leemos y dónde, si no nos cuidamos». Parecía como si el miércoles ya hubiera leído lo que Beltrán de Otálora iba a escribir al día siguiente. No es extraño, cada vez más voces advierten del peligro: «cuídense de las redes sociales».
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.