La Selectividad, ahora EBAU, ha sido con frecuencia fuente de polémica. También la de este año. Aquí, en Extremadura, ha habido quejas, amplificadas, cómo no, por las redes sociales, por el examen de Matemáticas. El presidente del tribunal lo ha defendido alegando que lo que ... se ha preguntado –diez problemas para resolver cinco– formaba parte del temario de la asignatura, pero a los alumnos, aun admitiéndolo, les ha parecido «muy difícil. Nada que ver con el examen de otros años». A tenor del caso, da la impresión de que esta prueba, más que una evaluación sobre la preparación del alumno para acceder a la Universidad, que es de lo que se trata si hay que hacer caso a su nombre, es un trámite que superar con su pizca de compadreo.
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Otra polémica y de mayor enjundia es la que ha habido en Valencia. El examen de Lengua y Literatura Castellana incluía el comentario de un artículo del periodista Vicente Vallés titulado 'La estirpe de los equidistantes' en el que recordaba al también periodista Manuel Chaves Nogales, que durante la Guerra Civil se significó por denunciar en el periódico 'Ahora', del que fue director, los desmanes de los dos bandos. Tanto lo hizo Chaves que aseguraba que ambos lo habrían fusilado de no haber huido. Vallés señalaba que durante la contienda y también en la actualidad «sólo se acepta la adhesión inquebrantable, sea por convencimiento fanático o por miedo». Y concluía: «Eso fue lo que obligó a salir de su país a tantos españoles. Entre ellos, a Manuel Chaves Nogales: republicano, antifascista, anticomunista, demócrata y patriota. Equidistante». Pues bien, este artículo con estas ideas sirvió de base en Valencia para que los alumnos del examen de Lengua escribieran un texto de entre 200 y 300 palabras que respondiera a la pregunta '¿Qué es ser patriota?'. ¡Hasta ahí podríamos llegar, hacer esa pregunta a los muchachos! Cuenta el diario valenciano 'Las Provincias' que el sindicato de docentes Stepv, mayoritario en la educación pública de la comunidad, se quejó a la Generalitat porque la pregunta suponía «una connotación ideológica impropia de un examen». Además de la queja del sindicato, profesores a título particular calificaron la pregunta de «completamente improcedente»; otros se maliciaban de que hubiera sido elegido para comentar un texto con esa «carga política» y otros más decían que la pregunta empujaba a los alumnos a trasladar una ideología a la hora de componer una redacción: «se presta a que sean extremistas».
Uno pensaba que la Escuela, así con mayúsculas, era donde enseñaban a los jóvenes a reflexionar y a tener criterio, más que nada porque en eso consiste educar. La Escuela, por tanto, es donde deben caber todas las preguntas.
Sin embargo, por lo que se ve, hay enseñantes –y sindicatos– para los que la Escuela no debería hablar de según qué cosas: la patria, en este caso. O la eutanasia, o el aborto, en otros casos. Gente que no quiere que la Escuela ayude a hacer ciudadanos, sino adeptos inquebrantables que abracen causas, como dice Vallés, por fanatismo o por miedo.
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