Memoria sin excepciones

La misa funeral que se celebró ayer en la catedral de Valencia en memoria de las 222 víctimas mortales por la DANA congregó al conjunto de la sociedad civil y política en el primer ceremonial unitario tras la catástrofe del 29 de octubre. Con los ... Reyes a la cabeza, la clase política se volcó en el recuerdo de los muertos y desaparecidos, en un gesto de calor y solidaridad con el pueblo valenciano. En medio de este clima de duelo se hizo más notoria la ausencia de Pedro Sánchez, quien optó por comisionar, a última hora, su representación en una delegación ministerial. Porque a pesar de que el ambiente de crítica, incluso de hostilidad a las autoridades centrales y autonómicas, pudiera hacer incómoda la presencia física, como experimentó el propio Carlos Mazón, las instituciones tienen la obligación de apoyar y abrazar a las víctimas. El presidente del Gobierno, que ya tuvo una apurada experiencia sobre el terreno en su visita a Paiporta con don Felipe y doña Letizia, no debía de haberse desentendido nuevamente de su responsabilidad de estar cerca de los damnificados. Ni el carácter religioso del acto, ni supuestos motivos de seguridad, eran razones suficientes para desatender su principal deber de estar al lado del golpeado pueblo de Valencia.